Stallman no necesita zapatos
"Tengo mucho calor". Con estas palabras iniciaba Richard Matthew Stallman su conferencia en nuestro instituto el pasado 29 de Marzo. Descalzo sobre el escenario del salón de actos, desprovisto de cualquier signo de ostentación en su indumentaria, pero vestido con la credibilidad que sólo da la posesión de la verdad y la comunión entre palabra y obra.
Este hacker de New York que abandonó el MIT y un futuro de millonario en las listas de Forbes, no necesita ni siquiera zapatos para convencer. Los valores que propugna son lo suficientemente sólidos: libertad, comunidad, generosidad, divulgación del saber. Las lenguas pertenecen a los hablantes, nadie cobra derechos de autor sobre su uso, además el hablante tiene la libertad de modificarlas y por supuesto de compartirlas, pues la razón de ser de toda lengua no es otra que la comunicación. Sin embargo, el lenguaje informático está sometido a derechos de autor, los usuarios pagamos por utilizarlo, y lo que es peor, a pesar de pagarlo, no podemos modificarlo de acuerdo a nuestras necesidades, y mucho menos compartirlo. Stallman nos alienta a luchar contra la esclavitud a que nos somete el software privativo con estas palabras: "la libertad no es poder elegir amo, la libertad es no tener amo". Su defensa del programario libre en el ámbito educativo es radical, su argumento, contundente. La educación nunca puede empezar por la palabra "secreto", RMS argumenta que utilizando el programario privativo en los centros de enseñanza, ante la pregunta de un alumno "¿cómo se hace ésto?" el profesor puede verse en la triste circunstancia de tener que contestar "ésto es secreto" , y la palabra "secreto" no puede estar más alejada del acto educativo, precisamente porque "ocultar" es justo lo contrario de "enseñar".
Los enemigos a los que se enfrenta este "superhéroe del ciberespacio" son muy poderosos, pero su poder depende de los usuarios, por tanto carecen de libertad. En cambio, Richard Stallman destila libertad, su discurso, su actitud... y esa libertad le hace enormemente poderoso, tan poderoso que resultaba extraño tenerlo allí en nuestro instituto, supongo que por eso al día siguiente, un alumno incrédulo me dijo: "para mí.....que ha venido engañado".