Los diagramas sintácticos
Los diagramas
1. En El profesor de Frank McCourt (Madrid, 2006) encontramos algunas referencias a los diagramas gramaticales:
"Roger Goodman decía que era importante enseñar a hacer diagramas gramaticales. Le encantaba lo que aquello tenía de estructurado y su belleza euclidiana. Yo decía "ah", porque no sabía nada de diagramas gramaticales. [...] Era la primera vez en todos mis años de enseñanza que me sentía libre en el aula. Podía enseñar lo que quisiera. Si venía gente de fuera a asomar la cabeza por la puerta, no importaba. Cuando Roger venía a hacer una observación, cosa poco frecuente, después escribía informes positivos y entusiastas. Desmontó mi resistencia ante cualquier persona en el mundo que estuviera uno o dos peldaños por encima de mí. Le contaba lo que hacía en mis clases y de él sólo recibía ánimos. A veces me soltaba una palabrita o dos sobre la importancia de enseñar diagramas gramaticales, y yo le prometía intentarlo. Al cabo de algún tiempo, lo tomábamos a broma.
"Lo intenté, pero fracasé. Tracé líneas verticales, horizontales, oblicuas, y me quedé después ante la pizarra, perplejo, hasta que un estudiante chino se ofreció voluntario para hacerse cargo de la lección y enseñar al profesor lo que debería haber sabido el profesor.
"Mis alumnos tenían paciencia, pero yo notaba por las miradas que se cruzaban y por el tráfico de papelitos entre unos y otros, que me encontraba perdido en el desierto de la gramática. En el Stuyvesant tenían que saber gramática para sus asignaturas de español, francés, alemán, hebreo, italiano, latín.
"Roger lo comprendió. Dijo:
-Puede que los diagramas gramaticales no sean tu punto fuerte.
"Dijo que algunas personas sencillamente no tienen esa capacidad. R'lene Dahlberg la tenía. Joe Curran la tenía, desde luego. [...] También Jesse Lowenthal tenía la capacidad [...] A Roger le agradaba saber que tenía en su departamento un núcleo sólido de profesores de los que se sabía que podían hacer diagramas gramaticales cuando se les pidiera. [...] [Con Jesse] Vamos a perder un gran profesor, y, chico, vaya si sabía hacer diagramas gramaticales. Lo que podía hacer ese hombre una frase y una tiza te dejaba pasmado. Una hermosura." (págs. 210 y siguientes).
2. En la novela También murió Manceñido de Ramón Carnicer (Barral Editores, Hispánica Nova, Barcelona, 1972, págs. 93-94), dice el profesor Renalías (una caricatura del profesor pedante, como tantos otros personajes de la novela) a sus alumnos de la Universidad Experimental:
Añadiré, a fin de evitar sorpresas en los ya iniciados, que los diagramas arbóreos utilizados en esta última corriente lingüística [la gramática generativa transformacional] yo los formulo de manera más concorde con las leyes de la naturaleza. Las ramas del árbol, aunque no todas, penden, van de arriba abajo, no cabe duda, y ello justificalas representaciones de la gramática generativa, pero no puede negarse que es mucho más lógica la representación ascendente, de abajo arriba, puesto que en tal sentido se manifiesta el desarrollo del mundo vegetal (al menos en lo visible, puesto que la raíz crece hacia abajo). Se trata, si ustedes quieren, de una distinción secundaria,pero dado que el lenguaje es un hecho biológico, no debemos desentendernos de lo que es ley común en biología vegetal. Así, pues, donde se representa...
yo representaré:
...Y ya no añade más comentarios sobre el particular.
3. En la novela Los niños del siglo de Christiane Rochefort (traducción de Manuel Lamana, editorial Losada, Buenos Aires, 1963, 3ª edición), la protagonista, Josyane, cuenta en primera persona su sórdida historia de niña y adolescente. Como es la hija mayor de una familia obrera, tiene diez hermanos, una madre enferma y un padre que no ayuda, se ve obligada a ocuparse de algunas de las tareas más duras de la casa. Pero después de haber abandonado la escuela, sigue echando de menos los deberes de análisis gramatical que acostumbraba a hacer con gran interés en su etapa escolar (pág. 22):
"El pañuelo que me diste que me diste cuando tuve la cruz es blanco. El pañuelo --que me diste-- cuando tuve la cruz --es blanco.
"El pañuelo es blanco", oración principal;
"El", artículo definido [sic];
"Pañuelo", nombre común masculino singular, sujeto de "es";
"Blanco", adjetivo masculino singular, atributo de "pañuelo";
"Que me diste", oración subordinada, complemento de "pañuelo";
"Que", conjunción [sic por pronombre] de subordinación;
"Me", pronombre personal, primera persona, complemento indirecto de "diste".
Cuanto más largo era el deber, más me alegraba yo. La pluma corría en medio del silencio. Me gustaba. Me gustaban la pluma, el papel, y hasta las cinco líneas donde había que poner las letras y los deberes más fastidiosos, las divisiones grandes, las reglas de tres, y sobre todo me gustaba el análisis gramatical. Eso me lanzaba. Las otras chicas decían que no servía para nada. A mí no me molestaba. Hasta creo que cuanto menos servía, más me gustaba.
Me hubiera pasado la vida haciendo cosas que no sirven para nada.
(Aunque no se trate de un análisis en forma de diagrama, ponemos este fragmento aquí por el entusiasmo y la pureza con que Josyane se enfrenta al análisis gramatical, algo tan alejado de sus trabajos domésticos.]