Metamorfosis

per Francisco Gallardo darrera modificació 2020-03-25T14:36:55+01:00
Conjunto de versiones escritas por alumnos de 1º de ESO (curso 2001-2002) a partir de la primera frase de La metamorfosis de Franz Kafka

 

La transformación

 

Al despertarse Gregorio Samsa una mañana tras un sueño  inquieto, se encontró convertido en un monstruoso insecto.

Franz Kafka, La metamorfosis.

 

I

Cuando Gregorio despertó y vio que se había transformado en una tarántula de dos metros de altura y uno de anchura (sin contar sus patas), se desmayó. Siempre había sido un niño (ahora tenía doce años) alto, rubio, de menos de metro y medio de altura. Cuando se despertó por segunda vez, su madre gritó desde la planta baja del piso:

—Gregorio, me voy. Te he dejado la lista de la compra en la mesa de la cocina. Hasta luego, cariño.

            Gregorio pensó y pensó hasta que se le ocurrió ponerse una chaqueta, un sombrero, una bufanda y unos pantalones largos, para que no se le viera el verdadero aspecto que tenía.

            De camino al súper, todo el mundo le miraba con cara de extrañeza, y es que es normal: ¡a quién se le ocurriría ponerse esa ropa en pleno verano! Cuando andaba por la calle, a una mujer se le cayó un colgante de oro y, antes de que le diera tiempo de recogerlo, un cuervo lo atrapó con el pico y se lo llevó volando por encima del edificio. Gregorio pensó que ahora que era como una araña podría trepar por el edificio, y así lo hizo. Sus patas parecían ventosas. Empezó a chillar. Gregorio parecía la niña cuando baja las escaleras de la película El exorcista, pues era así. Gregorio pudo alcanzar al cuervo y devolver el colgante a su dueña.

            Llegó al súper y vio a un personaje muy sospechoso y, detrás, a un policía que gritaba: “¡Detengan a ese ladrón!”. Gregorio se quitó toda la ropa y, sin darse cuenta de lo que hacía, disparó una enorme telaraña que llegó a atrapar al ladrón. El vendedor le dijo que qué podía hacer por él, y Gregorio le dio la lista de la compra. Desde entonces, esa historia se publicó en revistas, diarios, televisión... y muchas cosas más. ¿De dónde crees que salieron los dibujos de Spiderman? De vuelta a casa, se fue a echar una siesta porque estaba muy cansando.

            Cuando despertó, vio que era un ser humano, y dijo:

            —¡Bah!, tan sólo ha sido un sueño.

            Sí, pero un sueño demasiado real, ¿no?

                                                                                                                      Víctor Santos Jurado

 

II

Al despertar Gregorio Samsa una mañana tras un sueño inquieto, se encontró convertido en un monstruoso insecto. Gregorio fue directamente a ver a sus padres y a sus dos hermanos. Su hermano más pequeño, que se llamaba Pedro, dijo:

            —¡Un monstruo! ¡Un monstruo!

            Su familia se giró rápidamente para ver qué pasaba. El hermano mayor de Gregorio se cayó de la silla donde estaba sentado; su madre, del susto, dio un grito tan fuerte que casi rompe las ventanas; y el padre rompió el periódico que estaba leyendo; en cambio, Pedro no movió ni un músculo. Gregorio dijo:

            —Soy yo, Greg...

            Antes de que pudiera acabar la frase, su madre ya le había lanzado un jarrón azul. Gregorio abrió sus alas y voló esquivando el jarrón.

            —El monstruo vuela —decía Pedro.

            Gregorio intentó otra vez decirles que era él, pero era inútil. Su padre cogió el teléfono y llamó a la policía. Pedro, que tenía cinco años, se acercó al enorme mosquito y le preguntó:

            —¿Eres tú, Gregorio?

            Cuando Gregorio iba a contestar, su hermano ya se había ido porque su madre lo había llamado asustada. Su madre fue a la cocina y cogió una sartén, y su hermano mayor le estaba tirando cosas. Gregorio, al ver que llegaban por lo menos diez coches de policía, se fue volando de su casa.

            La policía les hizo a la familia millones de preguntas sobre lo que vieron, olieron e hicieron. La familia y la policía pensaban que el monstruo se había llevado a Gregorio.

            Mientras, Gregorio volaba alejándose lo máximo posible de su casa. Vio un punto negro a lo lejos, volaba hacia él. Poco a poco, mientras se acercaba al punto, éste se iba haciendo más y más grande, hasta que pudo ver que eran miles de puntos los que se acercaban a él.

            Gregorio, desde que se levantó, había estado pensando todo el tiempo una cosa que ahora decía en voz alta.

            —Como en mi sueño.

            El montón de puntos eran moscas y mosquitos que iban en busca de su rey.

            Sin que Gregorio lo supiera, todos los ejércitos, los militares, todos los políticos, policías, programas de TV e incluso la NASA... estaban hablando de ese monstruo. Había pruebas de que el monstruo existía. La familia de Gregorio, la noche anterior, había estado grabando un vídeo de todos los de la familia. Y ahora, mientras la madre gritaba, el hermano mayor de Gregorio había tenido la idea de grabar a ese monstruo, así que al levantarse del suelo, puso en marcha la cámara que había dejado encima de la mesa la noche anterior y grabó todo lo que sucedió desde ese momento.

            Gregorio, al encontrarse con la multitud de insectos, se dio cuenta de que podía hablar con ellos. Todos los insectos decían:

            —Gran rey que una vez fuiste un dios, dinos por qué los dioses nos castigáis con la muerte si nos acercamos a vosotros.

            No sé cómo Gregorio se las arregló, pero se enteró de que para los insectos los dioses somos los humanos, y les hizo entender que no se tenían que acercar a los dioses (humanos) para nada, porque eran sagrados y por eso los mataban. Tampoco sé cómo se deshizo de esos insectos tan pesados. La mosca más grande de todas se fue con él. Los demás se quedaron. Después Gregorio volvió a su casa y, nada más llegar, volvió a convertirse en niño. La mosca que le siguió nos la quedamos de mascota.

            Esto que os he contado es lo que le pasó a mi hermano mayor cuando yo tenía cinco años.

                                                                                                                      Francisco Cruz Illán

 

III

 

Una mañana, Gregorio Samsa, tras un sueño inquieto, se encontró convertido en insecto. Cuando vio su horrible cuerpo y su horrible cabeza, se lió a correr por la casa y se puso a llorar. Al rato se tapó con una manta larga y oscura para que sus padres no lo vieran. Pero cuando su madre lo vio, le preguntó:

            —Hijo, hijito, ¿qué haces tapado con esa manta?

            —Es un juego, mamá —respondió Gregorio.

            Al rato lo vieron sus padres y su hermano pequeño. El pequeñajo se extrañó muchísimo y le preguntó:

            —Tete, ¿qué haces tapado con ese trapo?

            —Es que me he convertido en bicho, en un insecto o en algo raro. ¿Quieres verlo? —le dijo el hermano.

            —Vale, pero seguro que es mentira.

            —Mira, mira...

            —Ah, ah, ah... Es un horrible bicho gigante... Ah, ah, ¡socorro!, ¡socorro!

            Cuando lo vieron sus padres, se asustaron tanto, que se desmayaron. Al rato se levantaron y vieron cómo su hijo se convertía en un ser humano, y de repente le dijeron:

            —Gregorio, ¿qué te ha pasado? —preguntó la madre.

            —No sé. Cuando me levanté, ya estaba así —respondió.

            Lo que pasa es que aún no saben lo que había pasado: el niño pequeño tenía poderes y nadie lo sabía. Por eso cuando Gregorio se levantó, su hermano desapareció.

                        Natalia Fernández Hervás

 

IV

Al despertar Gregorio Samsa una mañana tras un sueño inquieto, se encontró convertido en un monstruoso insecto. Cuando su madre entró en la habitación, pegó un grito y se desmayó. Su padre fue a la habitación y al ver a Gregorio, le dijo:

            —Pero ¿qué te ha pasado, en qué te has convertido, Gregorio?

            —No sé, papá —y se puso a llorar como un desesperado. La madre de Gregorio volvió en sí y su marido le explicó todo, y juntos consiguieron calmar a Gregorio. Gregorio no podía más y decidió ir en busca de una solución. Fue ciudad tras ciudad y como no encontró nada, se fue a la playa de la última ciudad visitada. Muy enfadado, le dio una patada a una botella, y salió de ella un mago. Gregorio le preguntó que por qué tenía ese aspecto.

            —No lo sé, pero te curaré.

            El mago hizo unos gestos y, en vez de curarlo, lo convirtió en un insecto más monstruoso, peor todavía. Gregorio se puso a llorar como un desesperado por las calles (iba él solo porque asustaba a la gente). Pero él no se rendía. Fue ciudad tras ciudad hasta que en una ciudad llamada El Cairo vio los jeroglíficos de un mago en una pared. Gregorio fue en busca de este mago para ver si lo curaba. Hasta que escuchó a un hombre que decía:

            —¡Hay un mago aquí, hay un mago!

            Gregorio se alegró y fue donde había señalado aquel hombre, y lo encontró. El mago le dijo que si también él quería pelea. Gregorio, asustado, dijo:

            —No, no. Yo sólo quiero que me cure, por favor, señor mago.

            El mago dijo:

            —Menos mal que todos los humanos no son iguales. Bueno, veré lo que puedo hacer... —y añadió:

—Timití, timitá, que este niño vuelva a ser normal.

            Y Gregorio ya no era un monstruo. Le dio las gracias al mago y regresó con su familia muy contento. Su familia se alegró muchísimo. Le preguntaron cómo había vuelto a la normalidad, Gregorio se lo contó y todos fueron muy felices.

                                                                                                                      Samuel López Perales

 

V

Al despertar Gregorio Samsa una mañana tras un sueño inquieto, se encontró convertido en un monstruoso insecto... y cuando era hora de ir al colegio, dijo:

            —Dios, ¿ahora qué hago?

            Y salió por la puerta de su cuarto sin que lo vieran sus padres. Entonces fue cuando vio que sus padres también eran unos insectos muy feos. Desayunaron, y a las ocho y diez, salió de su casa escondiéndose de la gente, pero toda la gente eran insectos muy feos. Y llegó al colegio y se encontró al único humano que no era un insecto. El pobre anciano le dijo:

            —Muchacho, para que las personas no sean insectos, tendrás que ir al castillo de la malvada bruja y romper el hechizo que  formula.

            Y dijo el niño:

            —¿Y cómo lo podré romper?

            —Tendrás que romper una varita mágica que tiene poder.

            Y por eso fue al castillo. La bruja se había ido a robar comida. Cuando llegó a su cuarto, se puso a buscar la varita que tenía poder. Estaba en un cajón. Justo al romperla, llegó la bruja:

            —¿Qué has hecho? Debes morir.

            Y el niño le pegó una patada y se fue corriendo. Al salir del castillo, encontró a unos policías que se llevaron a la bruja a la cárcel. Y todos los habitantes del pueblo se pusieron felices.

                                   Gregorio García Pérez

 

VI

Había una vez un niño, Gregorio Samsa, que se portaba muy mal. Un día, de buena mañana, se despertó con mal pie, cabreado. Cuando llegó al colegio, comenzó a empujar a todos los niños que se le ponían por medio. Cuando llegó al aula, dio un portazo tan grande, que le dio con la puerta a un niño, a David. Dijo Carlos:

            —No puedes ir así por la vida, dando empujones y rompiéndoles la nariz a todos los niños.

            Dice Gregorio:

            —Sí, ¿y quién me lo va a impedir?

            Atemorizados, los otros niños no dijeron nada y se fue cada uno a su sitio antes de que viniera la profesora.

            Carlos pensó darle una lección a Gregorio. Como era hechicero, intentó convertirlo en un insecto.

Al despertarse Gregorio Samsa una mañana, tras un sueño inquieto, se encontró convertido en un insecto terrible, la mantis religiosa.

Cuando se vio la pinta que llevaba, no quería ir al cole, pero la madre, que sabía por qué se había convertido en algo así, insistió, cabezonera, y le llevó al cole. Detrás de la gente estaba Carlos.

—¡Socorro!, que alguien me ayude —dijo Gregorio.

—Yo te ayudo —dijo Carlos— si nunca más les pegas a los niños.

Así nunca Gregorio Samsa pegó a nadie y David se recuperó del castañazo que le había dado en la nariz       

 

Marta Sofía Rodríguez Iglesias

 

VII

No sabía qué hacer. No sabía si irse de casa, si decírselo a alguien o hacer algo. Él se puso a llorar como un desesperado, no paraba. De tanto llorar, inundó su habitación, pero le dio igual, y siguió llorando. Salió nadando por su casa, y por las rejillas del buzón salió a la calle. Llegó con el agua hasta la carretera y volvió a llorar. Cuando su hermano se despertó, fue a buscarle, abrió la puerta y salió todo el agua salada. El hermano, que no se había dado cuenta de que era un insecto, también lo era. Le pasó exactamente lo mismo que a su hermano Gregorio. Estaban muy preocupados, pero dijeron una cosa. El hermano de Gregorio se pellizcó, pero no era “su sueño”; después se pellizcó Gregorio y descubrió que todo había sido un “monstruoso” sueño.

                                                                                                                      Mª Teresa Alba Torres

 

VIII

Había una vez un hombre de unos 35 años más o menos que se llamaba Gregorio Samsa. Aquel hombre estaba durmiendo en su habitación, pero estaba soñando una cosa terrorífica: él se convertía en un insecto monstruoso y enorme. Al despertarse, se encontró muy raro, se levantó de la cama, se miró al espejo y era cierto: Gregorio Samsa se había convertido en un insecto monstruoso y enorme. Gregorio no sabía lo que hacer ni sabía por qué se había convertido en un insecto.

            Salió de su casa por la mañana, bien tempranito, para poder avisar a su madre, porque su madre era como una especie de bruja. Llegó a casa de su madre y le preguntó que por qué se había convertido en un insecto, y la madre le dijo que para dejar de ser un insecto tendría que matar al rey de los insectos, que mide dos o tres metros aproximadamente. Gregorio se fue hacia lo más profundo del bosque a buscarlo. Llegó y lo intentó matar... Y,  pom, pom, todo había sido un sueño.

                                                                                                                      Jenifer Calvillo López

 

 

IX

Al despertar Gregorio Samsa una mañana tras un sueño inquieto, se encontró convertido en un monstruoso insecto. Se puso nervioso, inquieto y se desmayó. Al cabo de una hora, se despertó y se vistió para intentar que no se viera que se había convertido en un insecto. Fue hacia la cocina y su mujer lo vio; era un insecto enorme y asqueroso. La mujer se asustó y se fue corriendo a la habitación mientras Gregorio gritaba diciendo:

            —No te asustes, no te asustes, ¡soy tu marido!

            Pero la mujer seguía asustada, hasta que le dijo una frase que le solía decir con mucho cariño:

            —¡Te odio, cariño mío!

            Y al oír la frase, mirándole con una cara asustada, le dijo:

            —¿Qué te ha pasado, hijo mío?

            Y él respondió:

            —No lo sé, pero cuando me he levantado ya me he encontrado así.

            —Y ahora, ¿qué haremos?, ¿qué diremos?, ¿qué pensarán? Pero tú, ¿estás bien? —dijo su mujer.

            —Sí, pero estoy muy asustado —dijo con voz temerosa.

            En todo el día no salió de casa y, gracias a Dios, se durmió y, a la mañana siguiente, ya tenía el mismo aspecto de siempre.

                                   Alba Calvo Lallave

 

 

X

Al despertar Gregorio Samsa una mañana tras un sueño inquieto, se encontró convertido en un monstruoso insecto. Era un insecto volador, volaba a 1000 km por hora, era muy grande y gordo. Tenía una cabeza redonda como una bola de billar, era de color. Todo su cuerpo estaba cubierto de pelos negros, asquerosos y horripilantes pelos. Gregorio parecía que hubiera entrado en la boca de un lobo, todo oscuro. Ese monstruo podía pesar unos 145 kilos aproximadamente, y tenía de estatura unos 2,70 m. Cada mañana, cuando se despertaba, se iba a cazar moscas, mariposas, palomas, pájaros... para estar todo el día preparado para comer a gusto. Por la noche, antes de cenar, se iba a dar un paseo en globo. Un día, en que comió tanto, se montó en el globo, y cuando iba a unos 9 metros de altura, el globo se empezó a desinflar, hasta que Gregorio se dio cuenta y se agarró de una cuerda. Él pensaba que las cuerdas no servían para nada, pero se equivocó, porque al agarrarse de la cuerda, salió volando, pues era la cuerda de aterrizaje...

                                                                                                                      Claudia Comella Díaz

 

XI

Al despertar Gregorio Samsa una mañana, tras un sueño inquieto, se encontró convertido en un monstruoso insecto... Primero fue al lavabo a mojarse los ojos, se los mojó y vio que era un monstruoso insecto. Gregorio escuchó un ruido. Era el timbre. Dijo Gregorio:

            —¿Quién es?

            —Soy tu padre. ¿Te pasa algo?

            —No, nada.

            (Por dentro estaba diciendo que sí le pasaba algo.)

            —¿Podemos entrar?

            —No, porque estoy muy ocupado.

            —¿Qué tienes que hacer?

            —Ducharme y muchas cosas más.

            —A nosotros nos da igual.

            —Pero a mí no.

            Samsa vivía con dos amigos y encima aquel día era su cumpleaños. Samsa se dijo:

            —Encima hoy, que es mi cumpleaños.

            Se fue a dormir. Pero no podía dormir. Escuchó algo, un ruido, pero no se quiso levantar. Hasta que sonó varias veces.

            —¿Quién es?

            —Somos nosotros —dijeron sus amigos.

            —¿Qué queréis?

            —¿Qué vamos a querer? Que nos abras.

            —Está cerrada la puerta y no encuentro la llave.

            —¿La has buscado?

            —Sí.

            —¿Qué? ¡No puede ser! —exclamaron.

            —Marchaos y cuando la vea, os llamo. Vale. Adiós.

            —Adiós.

            Se fue otra vez a la cama a ver si se le pasaba. Esta vez sí que se durmió. Se despertó un día después. Fue al espejo y vio que era él otra vez. Justamente llegaron sus dos amigos. Y le dijeron:

            —Sí que duermes.

            —Ya lo sé —dijo Samsa, y les explicó lo que había soñado.

            Había sido todo un sueño.

                                                                                                          Francisco Domingo Martín

 

 

XII

Al despertar Gregorio Samsa una mañana, tras un sueño inquieto, se encontró convertido en un monstruoso insecto, corrió, fue al lavabo, se miró al espejo, se echó agua en la cara para ver si era verdad. Efectivamente, era verdad, bajó corriendo al comedor y cuando su madre lo vio con un cuerpo como el de una mosca y dos antenas que le sobresalían de la cabeza, se desmayó. El padre fue a ayudarla y la llevó al sofá. Poco a poco se recuperó. El padre le dijo:

            —¿Qué te ha pasado, Gregorio?

            Y Gregorio respondió:

            —No lo sé, papá.

            Y el padre dijo:

            —Tenemos que ir a visitar al doctor para ver qué te pasa.

            El doctor les dijo que hacía ocho años también había pasado un caso así en otra ciudad. Gregorio le preguntó asustado que si le había pasado algo a esa persona. El doctor le dijo que no se asustara, que poco a poco se le iría pasando ese cambio. El doctor le dijo a Gregorio que tenían que hacerle unas pruebas.

Al cabo del tiempo el cuerpo de mosca y las antenas le desaparecieron. Y todo se quedó en un susto.

                                   

Estela Perales Sáez

 

XIII

Al despertar Gregorio Samsa una mañana, tras un sueño inquieto, se encontró convertido en un monstruoso insecto. Todavía pensaba que estaba dormido, así que siguió la corriente al asunto. Bajó de su habitación para almorzar porque aun así tenía hambre. Se sentó en la mesa, y cuando su madre lo vio, empezó a chillar:

            —¡Gregorio, Gregorio, baja corriendo y mata esta cosa!

            —Pero, mamá, si estoy aquí.

            —¿Dónde, dónde?

            —Soy yo, el bicho.

            —¡Ah...! Pero, Gregorio, ¿qué te ha pasado?

            —Pero, mamá, ¿por qué te alteras tanto si sólo es un sueño?

            —Como que un sueño, pero si...

            Bla, bla, bla... se pasaron un buen rato hablando, hasta que Gregorio asimiló lo sucedido.

            —¿Cómo me ha podido pasar esto, mamá? —dijo una voz triste.

            —Ya lo sé. Eso fue porque ayer apostaste con tus amigos a ver quién se comía más insectos, y como te comiste tantos, tu cuerpo ha reaccionado ahora.

            —Pues no lo sé —respondió él—. Ya lo sé. Iré a ver si Carlos también se ha convertido en algún bicho raro, sí descubriré si es verdad lo que dices.

            Eso hizo, se fue por la tarde a casa de Carlitos y...

            —Hola, ¿está Carlitos? —preguntó a la madre.

            —Sí, pasa, pasa. Oye, ¿qué te ha pasado?

            —Nada, nada, es un disfraz —respondió disimulando.

            Cuando Gregorio vio a Carlitos, le preguntó extrañado:

            —¿No te ha pasado nada?

            —No, ¿y eso?

            —No, nada, es un disfraz. Me voy, adiós.

            Gregorio se marchó corriendo hasta su casa todo asustado.

            A lo mejor lo que le pasó no tiene nada que ver con los insectos que se comió... A lo mejor Gregorio es un extraterrestre...

                                                                                                          Virginia Zaldívar Puigmal

 

XIV

Al despertar Gregorio Samsa una mañana, tras un sueño inquieto, se encontró convertido en un monstruoso insecto, gordo, con seis patas, parecía una mosca enorme...

            Al parecer, su mujer estaba cocinando porque tenía que irse a trabajar y dejarle la comida a Gregorio. Su mujer no lo vio. Gregorio también tenía que irse a trabajar, pero no quería ir porque... ¡a ver qué le dirían los demás! Luego pensó que le daba lo mismo. Al llegar a la oficina, todo el mundo lo miraba y él, inquieto, se fue a casa de su madre. A su madre le dio miedo su hijo, y la mujer no lo dejó entrar. Gregorio, llorando, se fue a su casa y comió. Cuando volvió su mujer, se asustó y le preguntó que quién era. Gregorio contestó:

            —Yo, tu marido.

            Y la mujer se tranquilizó. Al día siguiente Gregorio volvía a ser un hombre normal y todo el mundo fue feliz.

                                              

Olga Montoya Cinca

 

XV

Al despertar Gregorio Samsa una mañana tras un sueño inquieto, se encontró convertido en un monstruoso insecto. Se despertó rápidamente, se miró al espejo y se asustó. Y llamó a su madre que estaba en la cocina preparando el desayuno.

            —¡Mamá, mamá! Ven, corre.

            —Ya voy, hijo mío.

            Cuando llegó la madre, lo miró, chilló y chilló tan fuerte como un león.

            —Pero, ¿qué es esto, Gregorio? ¿Qué te ha pasado?

            —Mamá, tuve un mal sueño, y cuando me desperté, me miré a la cara y me quedé sorprendido. Llama al médico, mamá...

                                                                                                                      Abdessamad Chentouf

 

XVI

Al despertar Gregorio Samsa una mañana tras un sueño inquieto, se encontró convertido en un monstruoso insecto. Su madre también se había convertido en un horrible insecto; el padre, tres cuartos de lo mismo, y la hermana, en otro horrible monstruo verde, y todo el mundo también. Todo fue por un hechizo de unos extraterrestres de un planeta de fuera de nuestra galaxia. Tenían tecnología más avanzada que la nuestra, en Unión, un planeta desconocido. Albert era el único humano que no se había convertido en un monstruo.

            Los habitantes del planeta Conesa eran unos gusanos muy inteligentes, más que los humanos, y Albert, nuestro héroe, se dirigió al planeta Conesa para luchar contra los gusanos, que ya lo sabían y se estaban preparando para la lucha contra Albert.

            Al día siguiente, Albert llega al planeta Conesa y allí estaban los gusanos preparados para luchar, y empezó la lucha. Albert, con su destreza impresionante, se fue cargando a todos los gusanos menos a uno, el jefe, y uno contra uno, le clavó la espada láser en el pecho al gusano, y de repente, se desconvirtieron en humanos todos los de nuestro planeta, viviendo felices y comiendo perdices.

                                                                                                                                 Joan Díaz Solana

 

 

XVII

Al despertar Gregorio Samsa una mañana tras un sueño inquieto, se encontró convertido en un monstruoso insecto... Sería malo, repugnante, se aprovecharía de todos los humanos y se los comería por todo el mal que le habían hecho... Los humanos le decían que, por favor, no les hiciera nada, que no le volverían a hacer daño, que los perdonase. Dijo Gregorio Samsa: “No. Vais a sufrir.” Y todos los humanos se fueron corriendo, pero él corría más y se iba comiendo a todo el mundo. Y se quedó solo y triste. Y fue el final del mundo.

 

                        Cristian Martínez Cabezuelo

 

 

XVIII

Al despertar Gregorio Samsa una mañana tras un sueño inquieto, se encontró convertido en un monstruoso insecto... una araña. Se puso a gritar. Dijo: “¿Qué es esto? Yo, ayer, cuando me acosté, no estaba así... Pero ¿cómo es esto? Esto no puede ser así. Esto es un sueño. No he dormido bien. Me he despertado cada dos por tres. No estaba así. Seguro que me ha picado una araña. No puede ser... ¡Ahh...!”

                       

                        Tatiana Gómez Montalbán

 

 

 

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