Cuando se despertó...
Variaciones sobre un cuento de Monterroso
Cuando se despertó, el dinosaurio todavía seguía allí[1], sin moverse, inconsciente, pero el explorador lo siguió observando y pensando en todo lo que le había hecho a ese pequeño dinosaurio. En aquella isla era el único dinosaurio vivo, porque cazadores de todo el mundo habían acabado con ellos. El explorador sólo le disparó una vez. Era la última especie, el último dinosaurio del mundo, y estaba casi muerto, hasta que se levantó y empezó a correr sin rumbo. El explorador le seguía con el coche, hasta que el dinosaurio se cansó de correr y se acercó al explorador. El explorador le dijo que no le haría daño, que no tuviera miedo, pero, de repente, el dinosaurio empezó a hablar y el explorador, del susto, le disparó sin querer y lo mató.
El explorador les explicó a todos lo sucedido, pero nadie le hacía caso. El dinosaurio era el único dinosaurio parlanchín y lo había matado un explorador que lo había descubierto y al que nadie creía.
Silvia Ramírez Osuna (1º de ESO, C)
Cuando se despertó el dinosaurio, todavía seguía allí el chico de la cueva, porque el chico, Tony, se escondió del dinosaurio para que no se lo comiese. Dentro de la cueva había muchas flores muy bonitas y también hongos, que eran venenosos, pero él no sabía que eran venenosos. Los cogió. Él quería salir de la cueva, así que esperó que el dinosaurio se durmiera o que se marchara de allí.
Después de varias horas, se durmió el dinosaurio y el chico salió. Caminó dos km, se cansó, tenía tanta hambre que ni se acordaba de los hongos. Estaba hambriento y, de repente, se acordó de los hongos. Los sacó, cogió ramas, las reunió. Cogió dos piedras y empezó a encender la fogata. Al final lo logró, y asó los hongos y se los comió.
Al cabo de una hora le molestaba la tripa. “¿Por qué?”, se preguntó él. Dijo: “Los hongos debían de haber sido venenosos”, y se murió. Al cabo de una hora, el dinosaurio pasó por allí y vio el cuerpo del chico al que había seguido. Y se lo comió.
Marvin Erazo (1º de ESO, A)
Cuando se despertó, el dinosaurio todavía seguía allí. El día anterior había estado huyendo de él todo el día y cuando ya estaba arrinconado, decidió tumbarse, quedarse quieto, y el dinosaurio también se quedó absolutamente quieto. Tanto tiempo se quedaron quietos, que el hombre se quedó dormido. Después de unos días, el dinosaurio también se quedó dormido. El hombre aprovechó para huir.
Después de caminar y caminar, el cavernícola volvió a su tribu. Esa misma noche tenían que ir a cazar un mamut o dos. Estuvo a punto de morir en una embestida del mamut, pero, por suerte, se salvó y consiguieron tirar el mamut por un barranco. Pasaron las semanas y ya era hora de cambiar de hogar. Así lo hicieron. Semanas más tarde, cuando el cavernícola iba a beber agua al río, el dinosaurio se presentó delante de él, y cuando estaba a punto de hincarle el diente, toda su tribu empezó a tirarle piedras al dinosaurio, hasta que éste cayó al río y se fue río abajo. Nunca más volvió a molestar a esa tribu el dinosaurio.
Carlos Albarrilla (1º de ESO, A)
Cuando se despertó, el dinosaurio todavía estaba allí. El hombre decidió que la única manera de escaparse del dinosaurio era pidiendo ayuda, pero por allí no vivía mucha gente, por lo tanto lo tenía muy difícil. Por la noche, cuando el dinosaurio estaba durmiendo, el hombre se escapó al bosque y se perdió. Se encontró una cabaña y un hombre llamado Julio, que le ayudó a conseguir un teléfono y ayuda para volver a casa.
Yeraldina Paulino (1º de ESO, A)
Cuando se despertó, el dinosaurio todavía seguía allí. Al verlo, se asustó y se desmayó. Cogió la espada láser y llamó a Yoda, de la Guerra de las Galaxias, y empezaron a batallar. A Yoda le dio un golpe mortal. El dinosaurio le dio un golpe con la cola, lo dejó clavado en la pared. Luego, el chico se enfadó tanto por la muerte de Yoda, que quería vengarse. Llamó a Bart Simpson, lucharon, éste cogió una ametralladora y le agujereó las patas. Lo dejó sin patas, y luego cogió un cuchillo y se lo clavó. Al fin cogió un bazooka y le reventó la cabeza. El chico le agradeció a Bart Simpson que hubiera vengado a Yoda. Y se hicieron amigos para siempre.
Francisco J. López (1º de ESO, A)
Cuando se despertó, el dinosaurio todavía seguía allí. Se levantó muy despacio, con cara de asustado, ya que no sabía ni por qué ni cómo ni cuándo había llegado hasta allí. Estaba en medio de un desierto y, al parecer, por la barba que tenía, llevaría allí unos tres días. Siguió caminando y caminando, pero aquello siempre estaba igual: arena y más arena y, de vez en cuando, algún que otro escorpión. Pero cuando ya iba por la 4635 gota de sudor que le había caído por la frente, vio un fantástico espejismo. Era una palmera de seis metros cincuenta con unos increíbles frutos exóticos y, al lado, un estanque lleno hasta arriba de agua. Como era de esperar, el espejismo desapareció y él se puso a llorar pensando en lo divertido que hubiera sido comerse esos frutos. Entonces dejó de pensar y siguió caminando, pero se encontró un escorpión y él, sin saber qué animal era, le tocó el aguijón. El veneno le afectó de una manera muy rara; a cada cinco pasos que daba se iba convirtiendo en otra cosa: primero se convirtió en un león, después un gato, después en un grillo y, por último en…
Entonces se despertó y se dio cuenta de que era un sueño, pero cómo iba a ser un sueño si él ahora era un avión.
Gisela Ruiz Vega (1º de ESO, C)
Cuando se despertó, el dinosaurio todavía seguía allí. Él, durante la movida, pensó que no seguiría vivo, sobre todo cuando vio caer unos meteoritos tan grandes. Dejó de pensar en eso y decidió ir a buscar a su familia. Los estuvo buscando hasta que los encontró, pero no los encontró vivos, sino muertos. Le entraron unas ganas terribles de llorar, pero después de haberlos estado buscando durante casi todo el día, no le quedaron fuerzas ni para respirar. Así que se tumbó en el suelo y se quedó dormido. Al día siguiente, al despertarse, el dinosaurio pensó que sería mejor estar rodeado de dinosaurios y fue a buscarlos. No los encontró, todos menos él murieron al instante, aunque a él tampoco le faltaba mucho para su hora.
Los dinosaurios se murieron porque la movida provocó un cambio climático en el planeta Tierra. Él, cuando pasó un rato, avanzó, ya le tocaba morir, pero del miedo que tenía, se metió en un lago y decidió morirse allí.
Hoy en día, en Escocia, hay un lago llamado Ness, y dicen que ese dinosaurio vive allí, o sea que si algún día vais a Escocia, no olvidéis visitar el lago Ness.
Sara Barrero Sojo (1º de ESO, C)
Cuando se despertó el dinosaurio, todavía seguía allí: solo, en medio de la selva. Fue caminando sin rumbo buscando otro dinosaurio para no sentirse tan solo. Al cabo de unas horas tenía mucha hambre y enfrente tenía el mejor árbol que había visto en su vida: alto, sano y muy verde. Empezó por las hojas de arriba y acabó en las raíces (incluidas éstas). De tanto que comió, le entró una sed terrible, pero como no había agua, tuvo que hacer una cosa muy desagradable, pero era una situación extrema. De tan buena comida que hizo, decidió que lo mejor era echar una siestecilla.
Cuando se despertó el dinosaurio, ya no seguía allí. Ahora estaba en un laboratorio donde había muchos huevos de dinosaurios. Todos los científicos salieron corriendo menos la única chica que había en la expedición, que era la más valiente y la más inteligente.
Ella intentó hablar con el dinosaurio pero él no la entendía. Entonces a ella se le ocurrió dejarlo suelto y observar todos sus movimientos. Al cabo de unas semanas, ella entendió todos sus movimientos y se pudieron comunicar. Pero, finalmente, la científica que se hizo famosa, no pudo acabar la investigación porque el dinosaurio murió a los pocos días de cáncer de piel.
La científica descubrió al público que durante la investigación le puso “Copito de Nieve”, porque era blanco y pronunció unas palabras muy bonitas:
“Siempre te recordaremos, Copito, aunque te mueras.”
[En memoria de Copito de Nieve]
Rubén Ortuño Peñarrubia (1º de ESO, C)
Cuando se despertó, el dinosaurio todavía seguía allí, porque estaba muerto, y lo que se despertó fue su alma.
Odín Álvarez (1º de ESO, C)
Cuando se despertó, el dinosaurio todavía estaba allí. Muy tranquila, le dijo a Dino, que era el nombre del dinosaurio:
—Hola, ¿qué? ¿no has dormido?
Y el dinosaurio escribió en el suelo una especie de código secreto que nada más conocían ellos dos. Más o menos lo que escribió fue lo siguiente:
w§Æå Êw§ÕÃÆå §ÕÃÆå #&&Ê ऑउऋ §Õà ऋ § å Êw
… Que creemos que quiere decir:
—No he dormido porque se oían como aullidos de lobos.
La niña, llamada Gloria, dio un abrazo a Dino, mientras le decía: “¡Cómo te quiero, Dino!”
Dino se fue a buscar comida por el bosque donde vivía, llamado Frosgio. Al cabo de unas tres horas, volvió, pero no vino solo, vino con más dinosaurios. Gloria ya sospechaba una sorpresa, pero no ésta. Dino vino con su padre, su madre y su hermana. Gloria, muy triste, le dijo a Dino:
—Y ahora, ¿qué voy a hacer si no tengo familia?
Dino le hizo un gesto que aún no sabemos bien qué quería decir, pero Gloria agarró su mano y juntos fueron desapareciendo entre los arbustos. Y vivieron felices toda su vida.
Montserrat Molina Reyes (1º de ESO, C)
Cuando se despertó, el dinosaurio todavía seguía allí, no se había movido para nada. Seguía en la misma posición que cuando se durmió.
El dinosaurio, al ver que él se levantaba, hizo lo mismo y se fueron juntos a pasear por el bosque. En el bosque había muchos peligros, tuvieron que pasar por sitios tenebrosos que daban mucho miedo. Ellos no hacían más que caerse por culpa de las ramas que había en el suelo. Cuando por fin salieron del bosque, el hombre se volvió a dormir y cuando se despertó, se dio cuenta de que el dinosaurio se había marchado.
Cristina Ramiro (1º de ESO, C)
Cuando se despertó, el dinosaurio todavía seguía allí. En el sitio donde se había dormido. Cuando fue a beber agua, se encontró con el dinosaurio que era como un hermano para él, pero sólo era su mejor amigo de toda la vida. Bebió hasta que no pudo más y entonces apareció la dinosaurio más grande de toda la manada, la Gran Dinosa. Era la más vieja de toda la manada, así que todas las tardes la Gran Dinosa contaba una historia para que los más pequeños pudieran aprender.
Aquel día les contó una historia que iba de un dinosaurio muy pequeño que se convirtió en una persona. Y cuando acabó la historia, todos se fueron a dormir y soñaron.
Jessica García (1º de ESO, C)
Cuando se despertó, el dinosaurio todavía seguía allí. No se había movido en toda la noche, lo resguardó de la lluvia y lo protegió de otros señores.
Nos habló de él como un animal de compañía, como una mascota, fiel como un perro. Nosotros lo tomamos por loco. Todavía lo hacemos. Pero él sigue afirmando que gracias a aquel dinosaurio, todavía hoy sigue vivo.
Alba González Rodríguez (1º de ESO, C)
Cuando me desperté, aquel sucio y vulgar hombre todavía estaba allí. ¿Qué podía hacer yo? Cogí mis cosas y me marché. Me intentó retener, ¿por qué? ¿Le gustaba de verdad? No, sólo se aprovechó de mí.
Conduje sin destino, arrepintiéndome de lo que hice esa noche. Él, sin embargo, me persiguió corriendo y gritándome que por qué me marchaba. Por mi parte, ¿cómo podía haber estado con ese dinosaurio? Estaría borracho, drogado. No puede ser, no bebo ni consumo drogas, pero, entonces, ¿me gustaba de verdad? No podía ser. Era horrendo, grosero y maleducado, pero, a la vez, tenía un corazón de oro. No puede ser, he dicho que tenía un corazón de oro, ¿cómo he podido pensar eso? ¿Me estaré enamorando? No, no es posible.
Seguí conduciendo y nunca lo volví a ver. Nunca he sabido lo que me he perdido, ni nunca lo sabré. Algunas personas me han contado que le rompí el corazón y que cayó en una gran depresión. Pero yo tampoco he rehecho mi vida, ¿por qué? No importa el exterior; mira el interior.
Ana Balsera (1º de ESO, C)
[1] Damos en negrita el brevísimo cuento de Augusto Monterroso; a los alumnos se les pidió que lo continuaran.