JM Y MR=JMMR
JM y MR = JMMR
Por Salvador López Arnal
Hablar de JM y de MR exigiría hablar de Josep Mercadé y de Mercè Romaní. Parece una tautología pero no lo es. O si lo es, voy a no tenerla en cuenta, voy a trasgredir en contra de mi sentimiento más profundo un principio lógico esencial: voy a hablar de MRJM.
Lo hago así porque en mi recuerdo, aunque no siempre y no sin ningún matiz, Josep y Mercè van juntos aunque no siempre revueltos o cuanto menos en paralelo y a corta distancia. Forman un dueto, un dueño entrañable y admirable, algo así como Pavaroti y Freni cantando juntos algún pasaje eterno de La Boheme.
Eso es así porque ambos han sido profesores de lengua pero, sobre todo, profesores, y para mi maestros, de literatura.
También porque ambos han sido y son absolutamente divertidos. Yo me lo he pasado en grande con ellos, incorporando a ese “ellos” sus magníficos despistes, incluso en sesiones de evaluación y en asuntos no afines.
Con Josep he podido disfrutar oyéndole hablar de ajedrez. Nunca un especialista ha tenido una cosmovisión tan poco unilateral. A Mercè, que creo que no domina el juego a pesar de estar rodeada de gente muy competente que lo conoce a la perfección, le he oído decir cosas de interés sobre la literatura del tema e incluso también, Mercè no se corta en asuntos reflexivos, sobre la filosofía que lo envuelve y fundamenta.
Ambos han sido para mí un aliciente en días tristes, con lluvia y frío y con un peso en el alma. Venir al Instituto era verles y oírles y eso incrementaba mis estímulos, digamos, profesionales, item, lo confieso con rubor, que no siempre ha estado en el puesto de mando de mis pulsiones más esenciales.
De ambos he aprendido lo poco que sé de literatura y, desde luego, cuando las dudas me han asaltado no he dejado de preguntarles con ansiedad.
De Josep y Mercè he admirado, y sigo admirando, la forma en que cultivan el jardín de la amistad y que me escucharan siempre con cariño a pesar de mis atrevimientos teóricos no siempre prudentes y mis desvaríos políticos generalmente imprudentes.
Por lo demás, siguen siendo para mi parte del Instituto, al que no logro pensar sin ellos. Intentarlo sería caer en las redes de una contradicción irresoluble. Y Mercè, concretamente Mercè, en un momento muy difícil de mi vida, me cuidó como se cuida a un amigo o a un joven padre con muy escasas fuerzas..
Para finalizar, y en coherencia con el caso, me gustaría recordar un poema de Brecht, un poeta que no estoy seguro que transiten actualmente con la frecuencia requerida Josep y Mercè. Son los versos que abren aquella canción de la buena gente:
“A la buena gente se la conoce
en que resulta mejor cuando se la conoce”
Brechtianamente dicho, JM y MR, o si prefieren, MR y JM, son, para nuestra fortuna, además de muchas otras cosas, buena gente, muy buena gente.
[Veure altres textos del mateix autor.]