Las Brigadas Internacionales
Lección de historia
Los brigadistas acuden a un instituto de Santa Coloma antes de despedirse
Jaume V. Aroca
Santa Coloma de Gramenet
Vicente fue el primero. Cómo no. Para eso esperó casi cuatro horas, y casi todo el tiempo bajo la lluvia. Abrazó a Vlassi y a Valentina y a todos. Vicente es gente corriente, un muchacho de la periferia de Barcelona que tuvo un abuelo que luchó a brazo partido con los brigadistas y compartió campo de concentración en el árido sur español. Es de los que están convencidos que las mejores lecciones de historia las dan los abuelos. Y por eso, ayer, cuando los veinte brigadistas entraron en la sala de actos del instituto Puig Castellar de Santa Coloma de Gramenet con todos los alumnos en pie batiendo palmas durante cinco minutos ininterrumpidos, los ojos se le llenaron de lágrimas.
Los brigadistas llegaron tarde. Cuatro horas de reloj: “Yo creo que por eso perdieron la guerra —apuntaba Vicente en la espera—, mucho corazón y poca organización.”
El instituto Puig Castellar está muy cerca del río Besòs. Cuando hace sesenta años los brigadistas pasaron por allí cerca, si es que alguna vez pasaron, en estos parajes había extensos campos de cultivo y bosques de álamos. Poco más. Este río fue durante dos cortos días de diciembre de 1938 la frontera entre la derrota y el desastre. Santiago Carrillo recuerda en sus memorias que un kilómetro abajo, ya más cerca del mar, en Sant Adrià del Besòs, estuvo emplazado el mando del Ejército republicano del coronel Tagüeña que se batía en la retirada de Barcelona. De ahí al exilio.
Pero sesenta años después, Vlassi, el anciano brigadista que alcanzaría luego el grado de general del Ejército soviético, subió al escenario de la sala de actos del instituto Puig Castellar para hablar: “Tengo la sensación de estar en la casa en la que uno nace y vive toda su vida.” Y luego añadió: “En nuestro corazón siempre estaremos juntos, toda la vida que nos queda.”
Sólo para COU
Agustina Rico, profesora de Catalán del instituto Puig Castellar explica que la iniciativa de traer a los brigadistas nació en el propio instituto. Pero luego la cosa fue a más. El Ayuntamiento y otras entidades de la ciudad secundaron la propuesta mientras en las aulas los alumnos desplegaron su imaginación para organizar un pequeño espectáculo con poemas de Alberti y García Lorca que ayer brindaron, emocionados y nerviosos. “Pienso —descifra la maestra— que a los alumno, cuando los tratas como a adultos, responden como adultos.”
Cuenta Agustina Rico que el interés de los chicos ha superado con creces lo habitual en estas circunstancias y explica que un alumno de segundo la vino a ver días atrás:
—Profe, ¿los de segundo no iremos a ver a los brigadistas?
—No, porque no cabríamos todos. Irán los de COU, pero también es un acto abierto a todos los ciudadanos de Santa Coloma.
—¿Y si se lo pido como ciudadano?
Sostiene Agustina que el muchacho estaba ayer en la sala.
[Veure l'article original, el díptic de presentació (1 i 2) i la trobada d'alumnes amb membres de l'associació Aseref, dedicada a la preservació de la memòria de l'exili.]