Homenatge al Sr. Vicente

per Institut Puig Castellar darrera modificació 2020-04-24T19:22:31+01:00
Textos d'homenatge al Sr. Vicente, l'home que cuida el pati del nostre institut

Homenatge al Sr. Vicente

 


El passat 9 de juny totes les persones que estudien i treballen al Puig, li vam fer un homenatge al nostre jardiner, el senyor Vicente. Li vam fer lliurament d’un àlbum de fotos, textos i dibuixos. Aquí teniu una petita mostra de les històries, reals o imaginaries, que van escriure amb aquest motiu els alumnes de 1r i 2n d’ESO.

 

 

Bitilis

Hace unos días, pasaba yo por las Ramblas. Iba tranquilamente comiendo un helado, porque estábamos en verano, cuando, de golpe, vi una hermosa flor. Era tan bonita, que nada más verla, me encapriché de ella y la compré. Era una flor africana, de un valle sagrado. Pero, claro, eso son cuentos que se inventan los vendedores, para así vender más. A mí me encantaban las flores y las plantas, pero, desde ese día, las odié para siempre. Bueno, es que fui jardinero: tuve un magnífico profesor que se llamaba Vicente, era de los mejores del mundo. Había ganado tres premios seguidos, nacionales e internacionales.

Cuidé la planta tal como ponía en el folleto. Había que regarla dos veces al día y no se podía transplantar a tierra en ningún caso. La planta aguantó unos días. Entonces dije que eso no podía ser, y la transplanté a tierra. La puse en el jardín y, al cabo de unas semanas, creció como nada, y se hizo verde y bonita, tal como venía.

Una noche me fui a dormir y… ¡qué horror! La planta era gigante, estaba enredado, hasta que pude alcanzar una navajita y me desenredé.

Lo peor no fue eso. Había salido a la calle y había atrapado a gente. No sabía qué hacer. Entonces me acordé de Vicente y lo llamé. Me dijo que vivía cerca. Llegó y, al ver la planta, la reconoció. Era la “Bitilis”. Había que cortar el nervio y, luego, fumigarla con una mezcla casera. Cogió lejía, limón, vinagre, sal, ácido… y otros polvos venenosos. Lo mezcló todo y, luego, lo puso en un aparador para dispararlo. Nos vestimos con unos trajes, cada uno llevaba la mezcla. Así que asustamos a las ramas con un poquito de la mezcla. Se la echamos al nervio de la planta. De repente volvió a su estado normal, y así fuimos felices para siempre.

Xavier Parro Ventura (1º de ESO)

 

 

La planta marchita

 

Hace unos días me compré una planta muy bonita, pero a la semana se me marchitaron las flores. Yo quería que para Sant Jordi estuviera la planta bien hermosa. Y le pregunté al señor Vicente si podía cuidármela.

Al día siguiente, fui a ver mi planta y estaba recuperando. Después de dos días, estaban floreciendo las flores. No podía creerme lo que estaba viendo: sólo en tres días ya estaban floreciendo las flores. Felicité al señor Vicente y le di las gracias. El señor Vicente me dijo que dejara la planta un poco más y que me daría las instrucciones para cuidarla.

A la semana fui a recoger la planta y, al señor Vicente, además de felicitarle por su trabajo, le pagué y le regalé un libro sobre plantas, que sé que le gustan mucho.

Lucía Rebelesse (1º de ESO)

 

Vicente el jardinero y sus flores

Una vez iba caminando por la calle y me encontré a mi amigo Vicente cortando y arreglando sus lindas flores. Le pregunté cómo lo hacía para tener y mantener las flores tan lindas y me respondió que regándolas, pero que no les pusiera mucha agua, porque se pueden ahogar, y que las pusiera en un lugar donde hiciera sol, o lo contrario, depende de lo que necesitara. Me dijo que tenía que ponerlas en un lugar donde se pudieran desarrollar y le dije que me compro muchas plantas pero que todas se me mueren, y ya sé qué hacer para tenerlas tan bonitas y cuidadas, y si no me acuerdo, acudiré con mi amigo Vicente. Y él me dijo: “Toma estas flores tan lindas y cuídalas como te dije, verás que te durarán mucho tiempo.” “Bueno, me voy. Gracias por sus sabios consejos.”

Gersain Hernández López (1º de ESO)

 

Gracias

 

El señor Vicente es el jardinero del instituto. A él le gustan mucho las plantas. Creo que él por esa razón se ofreció o, mejor dicho, se planteó ser jardinero. Él es muy bueno cuidando las plantas. Debe ser un trabajo muy duro, siendo que el patio del instituto está lleno de plantas, pero él no se preocupa, porque es algo que le gusta y yo, por ese empeño que pone a la hora de cuidar las plantas, le doy las gracias por tener tan bien cuidado el patio del instituto.

Cintia Hernández (1º de ESO)

 

 

Vicente, mi salvador

 

Hace años, en un viaje a unas islas tropicales, conocía a un sabio que sabía mucho de plantas. Me dio una planta que daba unos frutos muy raros y muy buenos, pero me dijo que no debía echarle abono a la planta o pasaría algo terrible. Pasó el tiempo y la planta creció. Y un día que vino mi familia a cenar, de postre les di las frutas de esta planta y les encantó a todos. Una tía mía me sugirió que comercializara la planta, lo pensé y así lo hice. Después de ver que la fruta se vendía, decidí plantar más y echarles abono para que creciesen antes. Al principio, todo era normal, pero luego la fruta fue poniéndose ácida y más ácida. Luego empezó a ponerse marrón y a pudrirse. Yo adoraba esa planta, así que decidí pedir ayuda a algún profesional. A través de un amigo, conocí a Vicente, y él vino a mi casa. Al ver la planta se quedó boquiabierto. De repente me pidió 30 € y, al cabo de unos minutos, ya estaba aquí con macetas, sacos de tierra… Y empezó a cambiarlas de maceta, a poner tierra nueva y a echarles líquido. Después de eso me dijo muchas cosas de las plantas, que el abono era malo… Me aconsejó que no comercializara la planta, pero en eso no le hice caso. Pero ya no les eché abono. De repente se me ocurrió una gran idea. Como era el único conocedor de la planta en España, planté muchas, las vendí a un gran precio y monté un instituto. La cosa funcionó. Contraté a Vicente como cuidador de plantas. De eso hace ya veinticinco años y Vicente aún trabaja en el instituto. Por cierto, el instituto se llama Puig Castellar.

Carlos Albarrilla (1º de ESO)

 

 

Cómo cuidar las plantas

 

Una vez había una niña a la que le encantaban las flores. Fue a la floristería y compró una planta. Se le olvidó preguntar cuántas veces se le tenía que echar agua y si la planta era de exterior o de interior. La puso en el balcón basándose en las características de la planta. Al día siguiente vio al jardinero del instituto y le preguntó para ver si había acertado, y él le dijo que sí, y que si la planta era así, se le tendría que echar agua dos veces a la semana. Ella, cada vez que compraba plantas, iba donde él a pedirle consejos, pero no sabía cómo se llamaba. Así que se lo preguntó. Él no se lo quiso decir, así que le dijo: “Te pondré una pequeña prueba. Si adivinas tres flores que pondré, te diré mi nombre, pero tienes que decirme el color y sus características, y si tienen algo en común las tres. Ella le dijo que sí lo haría. Al día siguiente, él le puso en el suelo las tres flores y le dijo: “Venga, comienza.” Ella dijo: “Ésta es una rosa, esa una margarita y aquella un clavel. Lo que tienen en común las tres es que todas son flores y crecen en primavera. Lo siento, pero las características no me las sé. Se puso de rodillas y le rogó que le dijera su nombre. Él le dijo: “Levántate y no te preocupes. Levántate. Me llamo Vicente y siempre estaré aquí para que, cuando quieras, vengas a consultarme.” La niña se puso muy contenta y lo abrazó. Y fueron amigos para siempre. La niña se llamaba Anabel.

Yeraldina Paulino (1º de ESO)

 

El don

Vicente nació en Santa Coloma de Gramenet. Cuando apenas tuvo un poco de conocimiento, se empeñó en ser jardinero, porque Dios le había dado un don: era el de plantar semillas que crecían en dos días. Se hizo famoso pero, por ser avaricioso, perdió ese don. Entonces Dios le habló diciéndole: “Hasta que no trabajes en un instituto de Santa Coloma de Gramenet durante veinte años, no recuperarás ese don, que lo sigues teniendo en tu interior porque nunca se pierde un don de los que yo ofrezco.” Y Vicente eligió el instituto Puig Castellar, donde trabajó veinte años, y más que va a trabajar.

Manuel Menacho (1º de ESO)

 

 

Plantas exóticas

 

El señor Vicente viene al instituto a cuidar las plantas y a coger las hojas. Vicente es un hombre fascinado por las plantas. Sabe mucho de plantas y de cómo se cuidan. Vicente es un hombre normal que aprecia mucho las plantas. Un día, después de regar las flores y las plantas, plantó unas que eran más exóticas, que proceden del Amazonas. Y esas plantas eran rosas soleadas, con una flor increíble. Luego puso unos cactus muy especiales que sólo florecen en Navidad. Se llaman cactus de Navidad.

Acheraf El Kabir (1º de ESO)

 

El jardinero

El señor Vicente es un señor de unos 65 años. Es jardinero. Le puedes preguntar todo lo de las plantas, hasta cosas difíciles, pero él te las contestará. El otro día estuve con Javi hablando con Vicente y le preguntamos cómo sabía dónde deben estar las plantas del patio. Nos dijo que a las que se ven en la entrada, les crecen las flores en primavera y las que están junto a las pistas de fútbol y de baloncesto, en otoño. También le preguntamos que cuánta agua tenemos que echar a las plantas, y él nos contestó que depende, porque si, por ejemplo, echamos mucho agua a unas rosas, se morirán, y si echamos poco agua a un cactus, no le pasará nada. Así que él nos dijo que esto era lo más importante de las plantas; nosotros después nos despedimos y subimos a clase.

Ibrán Flores Molina (1º de ESO)

 

Las semillas

 

Iba andando por la calle cuando vi una tienda de semillas, compré algunas para plantarlas. Eran de un árbol que daba frutas, no sabía si manzanas o naranjas. Fui a mi casa, las planté en el jardín y me fui. Pasó un tiempo y no salía nada. Me desesperé. Pero aún quedaba una oportunidad. Vicente era jardinero, muy amigo mío. Mi padre y yo siempre lo vemos en el bar y nos divertimos mucho. Lo fui a llamar y me dijo que las regaba demasiado, que comprara otras semillas y que las regara menos. Las compré y las planté. Al cabo de un tiempo, el árbol creció y dio frutos: le di a Vicente una caja de manzanas, que es lo que daba el árbol.

Ahora hace veinte años de ese suceso. Tengo 40 años y soy jardinero gracias a Vicente, porque me enseñó todo lo que sé. Él no sé cuántos años tiene; lo fui a ver el otro día y me enseñó su trabajo, cómo no, de jardinero.

Ahora trabaja en un instituto, creo que en el Puig Castellar. Es muy feliz, como yo, que tengo familia y un jardín lleno de árboles que dan frutas (manzanas, naranjas…). Son muy buenas, a ver si puedes probarlas alguna vez, pero cogidas del árbol no del supermercado.

Diego Lucía Lladós (1º de ESO)

 

 

Lo que sienten las plantas

 

El señor Vicente me enseñó a no maltratar las plantas, a no arrancarlas ni romperlas, a no pisarlas. Él me enseñó a querer a las plantas, flores, árboles y arbustos. Yo le pregunté que cómo se sentirían las plantas si yo las pisara, pero él me dijo que me imaginase que me pisaran la cara, me cortaran un brazo o que me arrancaran una pierna. Este señor me enseñó mucho al decirme aquello sobre las plantas y las flores. Le doy las gracias al señor Vicente, el jardinero del Puig Castellar.

Adrián Pérez López (1º de ESO)

 

 

Gracias al señor Vicente

Mi historia comenzó así. A mi madre y a mí nos gustan mucho las plantas y tenemos un montón. Las teníamos en un aviario con muchos pájaros. Pero nos pasó un desastre enorme. Mis plantas se habían puesto feas, muy feas. Entonces fui a ver a un señor que se llama Vicente y… Me dijo que a las plantas lo que le pasaba era que no querían estar en el aviario porque los pájaros las picoteaban. Así que, al final, entre tanto follón, tuvimos que coger todas las plantas y ponerlas en la terraza y muchas otras regalarlas. En el aviario pusimos plantas de tela. Ahora las otras plantas tienen unos colores preciosos. Con decirte que no paran de florecer…

Cristina Lapiedra Gea (1º de ESO)

 

Una planta

 

Un día, iba con mi madre por la calle y vi una planta que me llamó la atención. Le dije a mi madre que me la comprara. Me dijo: “Vale, ya te la compraré.”

Cuando pasó una semana, me la compró, pero no se había informado bien de cómo cuidarla. Yo no sabía lo que tenía que hacer. Bueno, sí: ponerle agua, pero no sabía cuántos días ni cuánta tenía que echarle y, claro, yo no quería que se me muriera, porque era muy bonita. Empecé a pensar y caí en la cuenta de un señor a quien siempre veía en el instituto con toda clase de plantas, y caí en que él lo podría saber.

Entonces fui al instituto y me informé. Me dijeron que ese señor se llamaba Vicente y yo di las gracias por esa información. Al día siguiente, fui al señor Vicente y le pregunté que cuánta agua más o menos tenía que echarle a la planta. Me preguntó qué tipo de planta era, porque todas no son iguales. Le dije que no lo sabía. Me dijo que me enterara de cómo se llamaba y que, al día siguiente, se lo dijera, que él me lo explicaría. Cuando llegué a casa, fui a ver la planta y miré cómo se llamaba porque aún tenía la etiqueta. Después me lo apunté en un papel por si se me olvidaba mirarlo. Cuando llegué al instituto, le dije a Vicente cómo se llamaba y él me dijo todo sobre esa planta. Presté mucha atención para después cuidar mi planta. Cuando llegué a casa, fui a la planta, hice lo que Vicente me dijo y, la verdad, me fueron muy bien sus consejos, porque de momento la planta está muy bien.

Estefanía Martínez (1º de ESO)

 

 

Vicente, una buena persona de pies a frente

 

Vicente es el jardinero de mi instituto, el Puig Castellar. Lo impresionante de este hombre no es su oficio que ya, de por sí, es bonito, sino sus motivos: lo hace por verdadero amor a lo bonito. Antes, el patio del centro estaba sucio, con hierbajos por todos lados. Vicente pasaba por aquí cada día y se quedaba mirando a través de la verja, pensando cómo aquel patio podía estar tan feo. Así que, un día, pensó en arreglarlo.  Se dirigió hacia la dirección del centro e informó de su idea. Vicente por entonces ya estaba jubilado, así que le dieron trabajo. Vicente lleva trabajando el patio desde hace unos años, que cambió desde su primer día de trabajo. La verdad es que hay que tener amor, ser persona y tener valor. Vicente es un hombre alegre o, al menos, por fuera. Siempre lleva la sonrisa en la cara. Así que, como pone en el título de esta redacción, Vicente, una buena persona, de pies a frente. De ésas quedan pocas en el mundo:

 

Con amor,

Buena persona

Y con valor.

Rubén Ortuño Peñarrubia (1º de ESO)

Un amigo

 

Luis vivía en un pueblo de Sevilla. Era un hombre ya mayor, pero se movía como un chaval. Sólo tenía 63 años.

Tenía una mujer a la que quería por encima de todo, pero no tenía hijos, aunque le encantaban los niños. Estaba jubilado pero, una mañana, por hacer un favor, se acercó un momentito al colegio para recoger al nieto de una vecina. Cuando llegó al colegio vio que el niño no aparecía, y tuvo que entrar a conserjería. Nada más entrar, vio sentado al niño con un profesor que le gritaba, bueno, que le echaba una bronca. Luis se acercó y apartó al niño. Estuvo hablando con el profesor y resultó que el niño le había roto todos los apuntes al profesor. Luis dijo:

—Mire, como yo no trabajo, antes de que castiguen al pobre muchacho, me ofrezco a trabajar aquí, como conserje, jardinero, para limpiar, en fin, me da igual.

El profesor habló con el director y le dieron el puesto de trabajo para mantener todo en buen estado, y cobraría muy bien. Empezó a trabajar, su mujer estaba muy contenta y también Luis. Se hizo amigo de los profes y conoció a muchos muchachos. Al cabo de unos meses, Luis enfermó muy grave, era muy difícil que se curara. Toda la gente lo echaba de menos. Los niños fueron a visitarle al hospital donde estaba ingresado, le dieron muchos regalos, una carta y recogieron firmas de todo el colegio, porque ya que él hacía el bien por los demás, los demás lo tenían que hacer por él.

Silvia Ramírez Osuna (1º de ESO)

 

 

Un hombre bueno

 

Vicente un hombre muy bondadoso y muy buena persona. Aunque no lo conozca personalmente, hay informaciones que han llegado a mis oídos. Me cuentan que es el jardinero del instituto y que, aunque no sea su empleo, lo hace con gusto.

Para mí, esa información refleja que es una persona que hace las cosas por vocación o porque ama la naturaleza, y el mero hecho de que lo haga con gusto refleja que no hace las cosas por dinero sino por placer. Muchas personas deberían tomar nota y aprender de Vicente, un buen ciudadano, una buena persona que respeta la naturaleza y que la cuida. Pienso que habría que recordarlo con una placa o algo por el estilo.

Ana Mª Balsera (1º de ESO)

 

 

El hombre más solicitado

 

Hace algún tiempo, había un hombre de unos 60 años que, como ya estaba jubilado, no tenía ganas de hacer nada.

Un día le pidieron que ayudara en un instituto de secundaria, pero el hombre no quiso. Los profesores del instituto intentaron convencerle y le dijeron que querían arreglar el patio para la fiesta de fin de curso y, como se hicieron muy pesados, el hombre aceptó.

Estuvo ayudando sin parar y cuando ya estaba harto, acabó el trabajo. Todos los alumnos y profesores le estuvieron muy agradecidos y le regalaron un libro con dedicatorias, cuentos y firmas de todos. Como él estaba muy agradecido y contento de haber hecho ese trabajo, puso un anuncio en el periódico en el que decía:

Hombre jubilado

60 años

encantado de ayudar

a la gente que solicite

mi ayuda

Llamen al 934682010

 

Llamó tanta gente al anuncio, que el señor fue el hombre más solicitado de la ciudad.

Cristina Sánchez Lafuente (1º de ESO)

 

 

La palmera

 

Érase una vez un hombre que venía a regar las plantas, árboles y flores. Ese hombre se llama Vicente. Vicente siempre venía a regar o arreglar las cosas. Un día, la palmera se estaba muriendo, pero Vicente la cuidaba cada día hasta que se recuperó lentamente. Vicente la regó por última vez y vio que estaba perfectamente. Entonces la palmera le dijo: “Te concedo un deseo, Vicente”. Y él dijo: “No, porque todavía no estás bien. Mi deseo es que recuperes.” Y así fue cómo la palmera se recuperó.

Míriam Ramírez García (1º de ESO)

 

 

La buena voluntad

 

Había una vez un señor jubilado que tenía de afición la jardinería. Un día, fue al Puig Castellar y vio que el pequeño jardincito que hay en la entrada del instituto estaba muy mal cuidado, así que pensó para sí mismo:

—Este jardín está muy mal. Trabajaré como voluntario. Con mi ayuda, esto no volverá a estar así.

Así que el jardinero trabajó la tierra del pequeño jardín del Puig Castellar como voluntario y con su buena voluntad.

Jessica García (1º de ESO)

 

 

Sin malas hierbas

 

Vicente es un hombre mayor que ayuda en el instituto Puig Castellar porque se ofreció voluntario a dejar sin una mala hierba el patio, y así lo ha hecho. Creo, aunque no lo conozco personalmente, que ha hecho esta obra porque es una buena persona. El patio está muy bien porque ya no tiene hierbajos y está limpio. Por lo que me han dicho, años atrás el patio era como un prado, todo lleno de hierbas, y a partir de que llegó Vicente, el patio está mejor que nunca. Supongo que el huerto que está detrás de la pista de básquet también lo habrá plantado él, porque está bien cuidado. Aunque no lo digamos, creo que todos le estamos agradecidos.

Lidia Díez Asensio (1º de ESO)

 

 

Antes y ahora

 

Vicente es el jardinero del instituto. Él es mayor, está jubilado, pero él no trabaja por lo que paguen, lo hace de corazón. El patio del instituto antes de que él llegase estaba descuidado (plantas muertas, flores sin regar…), por eso él, con su buen corazón, lo arregló y limpió todo. El instituto, parece que no, pero, con el señor Vicente, ahorra dinero en arreglar y limpiar las flores. Pero eso no es lo más importante, lo más importante es su buen corazón.

Miguel Ángel Vera (1º de ESO)

 

El parque

 

El señor Antonio era el dueño de un gran parque. Un día, a su despacho llegó un señor llamado Juan. Juan quería decirle a Antonio que quería ser el encargado de regar las plantas y el césped de su parque. El señor Antonio le preguntó que cuánto quería al mes; Juan le dijo que nada, porque estaba jubilado y lo quería hacer por gusto. Antonio se quedó pensando y Juan, para romper el hielo, dijo: “Mis plantas, mis plantas son lo único que tengo. Por favor, no le pido nada malo, sólo que me dé un empleo y no le cobraré ni un céntimo.” Antonio, finalmente, aceptó, y Juan, al otro día, a las 8 de la mañana, ya estaba regando el parque y replantando flores y árboles.

Al cabo de unos tres años, la gente que antes evitaba pasar por el camino de al lado del parque, ahora quería pasar por allí para oler el fresco que daban las rosas, las margaritas… que Juan había plantado.

Juan siguió trabajando allí y el señor Antonio y el parque y la gente del pueblo fueron muy felices y estaban muy contentos.

Montse Molina Reyes (1º de ESO)

 

 

Un ejemplo a seguir

 

El señor Vicente es un hombre al que personalmente no conozco. Pero he oído que emplea sus horas libres en ayudar a los demás sin pedir nada a cambio.

El señor Vicente se hace cargo de la jardinería del instituto. Su trabajo consiste en podar, trasplantar, regar, quitar las malas hierbas, plantar, mantener y cuidar cada una de nuestras plantas, plantas que pertenecen al Puig Castellar, mi actual instituto. El señor Vicente es un ejemplo a seguir. Muy poca gente hace lo que él actualmente. Pero él lo hace a gusto y está orgulloso de ello.

Alba González Rodríguez

 

 

Un hombre campechano

 

El señor Vicente es un hombre campechano que anda por el instituto haciendo algunos trabajos. Está jubilado, pero a él le da igual, ya que no tiene contrato, sólo hace unos apaños por aquí y por allá… Siempre está ocupado. No sé cuántos años llevará en el Puig, porque yo estudio 1º de ESO, pero debe llevar unos cuantos, porque todo el mundo lo conoce. Saben dónde está, qué hace y por qué lo hace; le preguntas, te contesta; le saludas, te responde. Es un buen hombre al que no conozco mucho, pero sí me gustaría saber más de él. Un día, Paco Gallardo, profesor de Lengua Española, decidió hacernos una foto a los mediadores que ejercemos en el Puig, alumnos entre los que estoy yo. Paco también quería que en la foto saliera Vicente, que así es como se llama este buen hombre. Él, sin pensárselo dos veces, se puso bien el gorro y, como si fuese un compañero más, se incluyó entre nosotros.

Se lo toma a risa y es feliz, ya que está en este lugar porque quiere, y está con los que lo quieren.

No sé cómo le surgiría este trabajo, es decir, dar sus fuerzas a cambio de ver nuestras sonrisas. Debe de ser una larga historia, lo que seguro que le encantaría explicar, pero yo no se lo voy a preguntar. Pero seguro que no lo hace por un favor, sino por bondad y amor. Y yo quisiera acabar con este viejo refrán: ¿Dónde va Vicente? Donde va la gente”.

Gisela Ruiz Vega (1º de ESO)

 

 

Por amor a las plantas

 

Hay un señor que ha hecho mucho por los niños del IES Puig Castellar, el señor Vicente. Ha hecho mucho para que los jóvenes del instituto puedan jugar en un ambiente agradable, en un patio lleno de árboles y plantas. Cuando yo llegué al instituto, me sorprendió mucho que hubiera mucha naturaleza, y no sabía quién lo había plantado, hasta que, un día, el profesor Paco Gallardo nos dijo que había un señor que trabajaba por amor a las cosas que nos rodean, el señor Vicente. Todos los del instituto le debemos las gracias a un señor tan fantástico que hace las cosas por amor y para que otros alumnos vengan al Puig Castellar y se sientan a gusto a su llegada con tanta vegetación por medio. El señor Vicente es como otro hombre, el señor Antonio, que hizo todo lo posible para que los niños de La Bastida pudieran subir la cuesta por unas escaleras. Ese mismo señor hizo un banco con la forma del lagarto de Gaudí en el Parque Güell. Al señor Vicente y al señor Antonio, GRACIAS POR TODO.

 

 

Unos árboles muy chiquititos

 

El señor Vicente es jardinero. Está jubilado, pero como a él le gusta su profesión, se ofreció voluntario para cuidar las plantas y los árboles del instituto. El año pasado estuvo plantando unos árboles muy chiquititos en el patio, por la parte delante del instituto. Me gustó mucho que plantara esos árboles. Muchos días, lo vemos a mediodía arreglando lo que está mal y, alguna tarde que otra, regando las plantas. Un día me gustó porque teníamos sed y Vicente nos ofreció agua de la manguera. Al principio le dijimos que esa agua era mala, pero después bebimos y vimos que era buena. A mí me gustaría darle las gracias por tener el instituto bonito y bien cuidado. Gracias, Vicente.

Mª Cristina Ruz Cárdenas (2º de ESO)

 

Un hombre muy cooperativo

 

El señor Vicente es una persona que ayuda a nuestro instituto. Siempre está dispuesto a echar una mano, todo por el gusto de ayudar en lo que haga falta. Pasa la mayor parte del tiempo en el patio, plantando flores y regando los árboles. Si se rompe algo, él lo arregla, porque él es así, muy cooperativo, y deberíamos darle las gracias por lo que hace por nosotros y, sin embargo, no lo apreciamos. Algunas personas lo llaman abuelo, y no todos se dan cuenta de lo que hace por nosotros. Deberíamos apreciarle como persona, porque es estupendo por ser como es.

Mª Carmen Rosa García (2º de ESO)

 

Palabras de agradecimiento al Sr. Vicente

 

Cada día, o casi, Vicente, un señor de unos 60 años, cuida todos los árboles, plantas y arbustos que rodean nuestro instituto. Y todo este trabajo, que parece que no pero es duro, lo hace sin esperar nada a cambio. Lo hace porque le gusta, porque le apetece, y cree que una cosa así no es de agradecer, que cualquiera otra persona lo podría hacer con las mismas intenciones que lo hace él. Gracias a Vicente podemos disfrutar de tener una bonita vegetación que hace que nuestro instituto tenga algo especial, algo a que referirse cuando hablamos del lugar donde estudiamos y trabajamos, algo bonito que ver cuando la gente pasa por delante…

Por todo esto, todas las personas que formamos parte del Puig Castellar, queremos agradecer al señor Vicente todo el trabajo que hace, para que, cada día, nuestro instituto sea mejor.

Victoria Arias Vall (2º de ESO)

 

 

Jardinero por vocación

 

El señor Vicente es un hombre mayor que se encarga de cuidar las plantas del Puig Castellar. Las planta, las riega todos los días, las cuida… El señor Vicente es un hombre que cuida las plantas por amor.

Él, todas las tardes, llega puntual para cuidar todas las plantas y también el árbol que plantó el año pasado, para que, cuando seamos mayores, pasemos por el instituto y lo veamos, nos acordemos de cuando veníamos al instituto. Aunque ahora no le demos importancia, cuando seamos mayores lo recordaremos. Él se encarga de que el Puig tenga más vida. Así que le daría las gracias porque él se conforma con nuestra felicidad.

Laura Núñez (1º de ESO)



Como si fueran sus hijos

 

Vicente es el jardinero del instituto. Cuida las plantas como si fueran sus hijos y nadie se da cuenta. Deberíamos darle las gracias por cuidar las plantas. Vicente, todos los días, se levanta a las 7 de la mañana y llega al instituto a las 8, sólo para cuidar las plantas. Los profesores lo valoran y también algunos alumnos. Pero él quiere que los alumnos aprecien lo que hace para que el instituto quede más bonito.

Rocío Santiago (2º de ESO)

 

 

Agradecimiento a Vicente

 

Vicente es un señor jubilado que da todo su cariño y amor por cuidar las plantas y los árboles para que no se mueran. Por eso, hoy, le quiero agradecer en este escrito todo lo que hace para que el Puig Castellar tenga siempre plantas y árboles.

Gracias a él, los árboles que plantamos el año pasado (también con su ayuda) todavía siguen vivos, porque los cuida muy bien.

Yo quería comunicarle a Vicente que, en mi nombre y supongo que en el de todos mis compañeros, que le estamos muy agradecidos por todo lo que hace. Y le deseamos que siga muchos años cuidando las plantas y árboles del Puig Castellar, porque seguro que sin él no serían nada y morirían. Se lo repito: GRACIAS, VICENTE.

Tamara Valcárcel (2º de ESO)

[Aquests comentaris van estar publicats a la revista Sota el cel del Puig,

núm. 20, juny de 2004.]