Entrevista a Manuel Segura
Manuel Segura
Entrevista a Manuel Segura, en “La Contra” (La Vanguardia, 7 de enero de 2008).
Manuel Segura, jubilado, 60 años en la pedagogía, imparte cursos sobre competencia social
"Una de cada diez cabezas piensa y nueve embisten"
Manuel de Falla fue su padrino de bautismo, y de García Lorca, amigo de la familia, recuerda su alegría y sus ganas de vivir. "Hacía teatro con mis hermanos, a los que les dedicó un poema del Romancero gitano". Creció con la mente abierta y amando con entusiasmo la vida y a sus semejantes. Se formó en Barcelona e Inglaterra y fue durante muchos años profesor de psicología en la Universidad de La Laguna, pero siempre luchó por la reinserción de los delincuentes juveniles. Sus programas sobre educación primaria y secundaria que imparte a maestros en Catalunya y otras comunidades siguen mejorando las aulas, aboga por el pensamiento crítico, el aprendizaje lúdico y por trabajar las emociones.
IMA SANCHÍS - 07/01/2008
Nací en Granada y vivo en Almería. Soy jesuita. Me preocupa el individualismo, la falta de solidaridad. Soy doctor en Pedagogía. Viví 10 años en el Chile de Allende y 6 en el Paraguay del dictador Stroessner, que decía que nosotros éramos peces rojos nadando en agua bendita
¿Con qué programa educativo soñaba a los 30 años?
Con uno que pudiera recuperar a los marginados.
¿Lo llevó a cabo?
Sí, primero en reformatorios y luego se extendió a la primaria y secundaria. La idea básica es que, para que alguien sea persona, hace falta saber pensar, tener control emocional y valores morales. Sin una de esas tres patas, la silla se cae.
Lo de saber pensar escasea...
Antonio Machado decía que una de cada diez cabezas piensa y nueve embisten. Hay que saber pensar alternativas y consecuencias, y ponerse en el lugar del otro.
Conocer las emociones no resulta fácil.
Uno puede ser muy inteligente, pero si no controla sus emociones, el pensamiento se distorsiona. Y en cuanto a los valores morales, si la inteligencia sirve para explotar al otro, ¿dónde está la persona?
¿Y cómo lo hace?
La pata del pensar es la más fácil porque se aprende jugando, buscando alternativas, analizando posibilidades; es muy lúdico. Las emociones son algo más difícil: en primer lugar, deben reconocerlas, porque los niños no saben distinguir si están enfadados, aburridos o tristes. Hay 60 emociones básicas que enseño a distinguir, que entiendan por qué las sienten y cómo controlarlas.
¿Acepta adultos en sus clases?
Je, je... Una de las emociones que más atacan a los adolescentes es la depresión.
¿Qué les propone?
La terapia cognitiva, detectar cuál es el pensamiento que nos produce la depresión, cada uno tiene su pensamiento favorito.
¿"Nadie me quiere"?
Ese es muy común, y "soy un inútil". Durante una semana hay que rechazarlo sin discutirlo. Luego discutirlo, si es posible con un amigo, y si no, solo. "No sirvo para nada... No es cierto: canto bien...". De manera que cada vez que aparece el pensamiento negativo termina en algo positivo. Simple.
Pero difícil. ¿Lo enseña en las escuelas?
Sí, empecé hace unos quince años en Canarias y ahora mi programa se está aplicando en toda España. ¿Sabe lo que pasa?
¿Qué pasa?
Nuestra sociedad educa en el individualismo y la competencia, pese a que las empresas piden gente que sepa trabajar en equipo. Los jóvenes son impacientes, lo quieren todo ya, y cualquiera que se oponga se convierte en enemigo. Tienen una falsa seguridad en sí mismos y poca autocrítica. Eso hace difícil la educación, porque falta la comprensión del esfuerzo por conseguir algo.
¿Hoy los niños se hacen antes adultos?
Tienen un acceso a la información mucho mayor, pero eso no los hace más maduros. Te hace maduro el comprometerte, algo que hoy se aborrece porque parece que sea lo opuesto a la libertad. Hay que educar en valores: justicia, amistad, responsabilidad, sinceridad, bondad..., eso es convivir.
Lo que pasa es que la justicia es utopía.
Lo que pasa es que cada vez somos más conformistas. Hoy, los grandes ideales de muchos jóvenes son tener un trabajo, un coche y un piso. Su respuesta ante que el 75% de la humanidad se esté muriendo de hambre es que es su problema y que siempre ha sido así. Están abandonando ese sentido de justicia que sólo conseguiremos participando.
¿Propone a sus alumnos dilemas morales?
Sí, planteo el método de Kohlberg, que afirmaba que la moral no se puede imponer, se llega a ella a través de los dilemas: ¿le dejo mi pelota pese a que él no me dejó la suya?
Interesante.
Se plantean opciones y se escoge. Así se va avanzando por seis estadios formativos: el primero corresponde a la moral impuesta.
... Ahí nos hemos quedado todos.
Sí, en las multas y las prohibiciones. Pero seguiría el descubrimiento de la ley del talión (alrededor de los 7 años). Responder a las expectativas de los demás: agradar (12 años). Responsabilidad y autonomía (20 años). Y luego reconocer y luchar por el derecho de todos, y sentirse un igual.
... Eso son palabras mayores.
El problema empieza en la familia: los padres no saben si decirle a su hijo que devuelva la bofetada o que sea paciente y solidario.
Es que no es fácil.
Tenemos la idea de que sólo hay dos posibilidades: dejarse pegar o pegar, ataque o huida; pero también existe el diálogo. Yo creo en la persona, y sé que incluso los jóvenes delincuentes tienen un centro sano, hay que llegar a ese centro. Sabemos lo que hay que hacer para formar personas y no lobos.
¿Cómo se enseña a dialogar?
Mediante los cuatro pasos para resolver conflictos: diagnosticar el problema, buscar alternativas, pensar en las consecuencias y ponerse en el lugar del otro.
¿Y si el adolescente es contestatario?
La adolescencia es un momento de desencanto, ya no todos los sueños son realizables. Y tienen el deseo fortísimo de ser aceptados, pero ya como adulto. Les gusta que los trates como si tuvieran 20 años, que les des responsabilidad y te fíes. Pero como el cambio sucede tan deprisa, los padres los siguen tratando como a niños, se imponen.
En esencia, ¿en qué consiste educar?
Mucho cariño, es decir, paciencia, y normas claras, y a medida que va creciendo, más y más diálogo. Ser persona es relacionarse.
Barcelona, lunes, 07 de enero de 2008
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