La rabia: la hermanastra desconocida y rechazada de las emociones
A la escuela con el cuerpo: La rabia, la hermanastra desconocida y rechazada de las emociones
Giuseppa Lulli
Las emociones necesitan ser escuchadas, reconocidas, aceptadas, gobernadas, expresadas. A menudo no nos permitimos vivirlas globalmente; esto es, mente – cuerpo. Un proceso fundamental para evitar bloqueos a nivel corpóreo – energético – emotivo- mental.
En este trabajo quiero poner la atención en una de las emociones principales: la rabia.
Para Alexander Lowen (1983) la rabia, (el exceso de ira) no es lo mismo que la cólera. Aunque en una explosión de rabia haya un fuerte elemento de cólera, se trata de expresiones diferentes.
Por su parte, la rabia tiene un aspecto irracional – es suficiente pensar en la expresión “rabia ciega”. En cambio, la cólera es una reacción mirada, es decir, está dirigida a eliminar una fuerza que actúa en contra del sujeto. Una vez que esta fuerza es eliminada o neutralizada la cólera se aplaca. Un buen ejemplo es la cólera que muestran los niños cuando sus movimientos están bloqueado por medio de la fuerza. Una vez dejados libres la cólera desaparece.
La verdadera cólera se limita a ser proporcional a la provocación: es una contestación racional a un ataque. Así, un insulto verbal no provoca inmediatamente una lucha y la cólera desaparece frente a las excusas. Puedo querer restituir la ofensa sufrida utilizando la violencia física, pero la carga de esta reacción está determinada por el grado real del peligro y, en el caso de los niños, también por el nivel de desarrollo evolutivo (egocentrismo, conciencia y control de su propio cuerpo).
Por el contrario la rabia no es proporcional a la provocación, es excesiva. Ni siquiera eliminando la causa, se aplaca: continúa hasta que no está agotada. La rabia es destructiva más que constructiva. Puede derivar de una ofensa más grave súbita en una temporada precedente, probablemente en la infancia, en la que se reprimió la reacción.
Si se elimina la represión y la ofensa llega a ser consciente, la reacción llega a ser cólera y la rabia desaparece. En esto consiste el trabajo terapéutico bioenergético.
A la luz de todo esto ahora me referiré a la cólera: emoción que en principio permite reaccionar frente a un evento en congruencia con las propias sensaciones, respetando así la propia percepción de la realidad, manteniendo el respeto con uno mismo y es así como se deja la energía circular en el cuerpo.
Trabajando en colegios (de la escuela infantil a la primaria), pude observar como los niños se relacionan con esta emoción: algunos alumnos expresan la cólera con comportamientos agresivo, violento hacia las personas, las cosas y hacia sí mismos, generalmente son el grupo que en los colegios más nos preocupa por obvias razones y en muchos casos son niños que se dirigen con distinta intensidad hacia la rabia con todas la características ya expresas.
Unos cuantos se alejan de la situación de conflicto y descargan la tensión expresando la cólera con producciones verbales y golpeando con patadas y puños algunos objetos (preocupan por dar un mal ejemplo a los otros). Otros la reprimen de inmediato para sustituirla por la tristeza, la pena; éstos revelan una clara incapacidad de conciencia hacia la cólera. Se podría pensar también que prueban un rechazo inconsciente, debido a influencias familiares y sociales. Han aprendido quizás que, en vez de una reprimenda, lo que obtienen es atención, aceptación por parte de los coetáneos o de los adultos. Pero a veces el alumno en cuestión puede obtener rechazo y desaprobación cuando su incapacidad lo lleva al victimismo. Una postura que igualmente no está bien vista ni aceptada porque crea bloqueo, inseguridad, impotencia, baja autoestima, renuncia, inactividad y problemas en un contexto donde se facilitan procesos de aprendizaje y la actividad del sujeto.
Otros la reprimen disfrazándose con la alegría, la serenidad de quien expresa que todo va bien, de que no pasa nada. Los mas aceptado: el alumno pacifico, angélico, simpático, hasta cuando el bloqueo lo lleva a la somatización, y entonces el sistema escolar y familiar se enfrentarán con otro tipo de problema que conlleva igualmente una no adecuada participación en el proceso de aprendizaje.
No olvidemos que una máscara no es tanto lo que representa, como lo que trasforma, es lo que ella elige no representar. Como un mito, una máscara tanto niega cuanto afirma, no está hecha de cuanto dice o cree decir, pero también de lo que elude. (C.Levi Strauss 1979)
Todo esto revela una incapacidad en escuchar la cólera, reconocerla, aceptarla pero, sobre todo, vivirla.
Se puede educar a los niños a detectar la cólera, reconocerla, nombrarla, comunicarla: “Estoy enfadado”, y a buscar estrategias para resolver conflictos interpersonales por medio de una comunicación eficaz. Pero ¿qué pasa con la emoción? Expresar la cólera no es simplemente un acto verbal, porque la cólera está encerrada en el cuerpo bajo forma de tensión muscular de la parte superior de la espalda, en la zona de las alas produciendo un bloqueo energético (A. Lowen).
¿Cuál es el contexto y el momento en que el niño puede aprender a vivirla, a expresarla a nivel corpóreo, a descargarla para evitar los bloqueos energéticos, emocionales, mentales que le impiden de desarrollar completamente su inteligencia emocional?
Cada tensión muscular crónica bloquea la conciencia, la expresión y el dominio de sí mismo a nivel emocional.
He presentado el caso de la cólera pero este análisis se puede también dirigir a otras emociones del ser humano, como el miedo y la tristeza.
La bioenergética explica que por medio de la estructura corpórea, se pueden definir los bloqueos energético-emotivos y que, trabajando sobre la coraza, se puede llegar a facilitar el desbloqueo de estos puntos. Con el trabajo corpóreo propone ayudar a escuchar este bloqueo, a comprenderlo y aflojarlo.
En la sociedad actual, desde muy pequeños, cada vez más prestamos más atención al cuerpo. Los niños practican actividad física, entonces cada vez más se presentan con un cuerpo flexible, modelado, esto es aún evidente en los niños y adultos que practican por ejemplo artes marciales (Aikido, Tai Chi, Judo), donde el bloqueo muscular es menos evidente aunque sí puede ser más profundo y energético.
Podemos encontrar niños y adultos entonces que parecen relajados, flexibles pero que esconden un bloqueo profundo a nivel corpóreo, energético y emocional.
Niños, futuros adultos que no saben o tienen dificultades para escucharse, reconocer, comunicar pero, sobre todo, para vivir, gobernar sus emociones.
Los trabajos educativos que no se olvidan de la relación cuerpo-mente facilitan el desarrollo de la inteligencia emocional en el niño y lo ayudan a ser dueño de sus emociones (y no potencial narcisista).
Autora: Giuseppa Lulli (2004). Formadora - facilitatriz de inteligencia emocional en niños y adultos. Terapeuta especialista en dificultades de aprendizaje en edad evolutiva. Especialista en la enseñanza precoz de la lengua 2. Profesora de escuela infantil y primaria. Monitora de Qi Kung y Tai Chi.
Sólo se permite la reproducción total o parcial de este documento si se cita su fuente.