El mundo y el genocidio armenio
El mundo y el genocidio armenio
En el otro lado del mundo las personas, desde el momento que nacen, han de luchar minuto a minuto, rezando a Jesucristo para poder vivir, para no morirse por falta de alimentos, para que no les falte el trozo de pan y, si hay suerte, un techo donde poder protegerse de la naturaleza.
Mientras, las potencias mundiales luchan por el poder y matan por los territorios que van a ocupar; cometen atrocidades contra la humanidad y explotan al tercer mundo (el nombre con el que bautizaron a los países pobres), y nadie las castiga porque son países ricos, poderosos, y los que tienen la función de castigar, de actuar contra estas atrocidades, cierran los ojos, porque en medio hay dinero y poder.
Gastan millones de euros en armas, en vicios, en nombre de un mundo mejor, y los políticos, en nombre de una política para los ciudadanos, apuestan por una política de poder, no les interesa más que el poder adquisitivo y la superioridad sobre los demás.
Mientras cada minuto muere un niño, de sed, hambre, epidemias…, los políticos, cada minuto, luchan por conseguir petróleo, armas nucleares, gas. Destrozan territorios en donde existe vida humana, destrozan hogares, ilusiones, familias, como si no existieran, para extraer de esos territorios petróleo.
Porque los ciudadanos del mundo desarrollado tenemos necesidades, como conducir un Ferrari, comprar dos videoconsolas para nuestros hijos, bambas Niké; porque nuestros hijos sin consolas no serían felices, y si no conduzco un Ferrari seré un desgraciado, porque mis amigos han estrenado uno.
Y esta forma de vivir nos va transformando de generación en generación, y hoy tenemos como resultado nuestro mundo.
Un mundo injusto, donde se cometen atrocidades, crímenes contra la humanidad, violaciones de los derechos humanos; donde se ha justificado que necesitamos que mueran millones de personas, porque queremos más territorio y más poder, porque los de la raza... (blanca, “superior”), no pueden perder territorio.
Con solo un poco más de educación, de respeto por los valores humanos, no por el poder ni el dinero, podríamos vivir en un mundo seguramente más justo.
Y aprovecho para hablar del genocidio armenio, y en general de todos los genocidios que se han cometido a lo largo de la historia y de los que se cometerán.
El Genocidio Armenio fue perpetrado por el Imperio Otomano (los actuales turcos, la actual Turquía), a principios del siglo XX.
El Imperio Otomano había invadido Armenia, y el sistema político del Imperio era la dictadura. Se obedece: se tiene derecho a vivir; no se obedece: se corta el cuello. Esta era la política del Imperio Otomano.
Entonces, influido por ideas progresistas, se creó un partido político para luchar por la liberación de Armenia, y la lucha acabó en el primer genocidio del siglo XX en 1915.
Al comienzo de las masacres, los armenios, para sobrevivir, tenían dos posibilidades: cambiar el apellido y abandonar la religión cristiana. Algunos lo hicieron. Pero más de 1.500.000 murieron; entre ellos, muchos jóvenes que aún no conocían ni lo bueno ni lo malo de la vida.
Han pasado años y años, y generaciones y generaciones, y hasta hoy en día, el dolor de este genocidio lo lleva consigo cada armenio; esté dentro o fuera de sus fronteras.
Y el mundo, ¿qué ha hecho hasta ahora para condenar a Turquía por el reconocimiento del genocidio? Zapatero quiere y apoya a Turquía para que entre dentro de la Unión Europea, y también algunos países y potencias mundiales como Estados Unidos. Porque Turquía es un país rico, estratégicamente situado en un territorio en donde están las bases militares de Estados Unidos; un territorio que es importante para tener bajo control a Irak, a Afganistán.
Turquía amenaza a Estados Unidos con que, en caso de reconocer el Genocidio Armenio, perderá las relaciones diplomáticas.
Israel, un pueblo víctima de un holocausto, no reconoce el genocidio armenio, porque el agua de Israel proviene de Turquía.
El mundo está regido por intereses, se mueve del lado de los poderosos, y los poderosos se aprovechan de los pobres, porque los pobres son inocentes y fáciles de engañar y manipular.
Quiero que reflexionemos sobre el mundo, sobre los problemas que existen, los problemas que vivimos según tengamos la suerte de vivir en una parte u otra del mundo; tenemos que ser más solidarios. Puedo decir que tengo la suerte de vivir en un país democrático, y tengo la oportunidad de dar mi voz a los problemas. Es importante dar a conocer los problemas porque si no tenemos información de las diferentes cosas de la vida, del mundo que nos rodea, no podemos hacer nada. He dicho que tengo suerte, porque hermanos míos, en Turquía, por decir en voz alta que hubo un genocidio, y que ahora se debe pedir perdón al pueblo armenio, han pagado por ello.
Hrant Dink, periodista armenio en Estambul, del periódico Agos, fue asesinado en Estambul en el año 2007.
Orhan Pamul, escritor turco, está siendo condenado por el artículo 301 del código penal por insultar al pueblo turco.
Les considero hermanos, yo y todos los armenios, porque han luchado por un problema que tiene el nombre de todos nosotros.
Sarkia Hakobyan
(Gestión Administrativa)
[Aquest article ha estat publicat en el número 34 de la revista Sota el cel del Puig.]
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