Fills de les noves tecnologies

Fills de les noves tecnologies

No  és el mateix

Sempre he parlat amb el meu pare, però a mesura que em faig més gran, em costa més entendre’l. A vegades penso que el seu rellotge s’ha aturat fa anys i que no ha acabat de digerir les noves tecnologies. Fa uns dies em va preguntar què estava fent i li vaig contestar:

—Estic baixant informació d’Internet per un treball sobre Santa Coloma.

I el meu pare em va dir:

—Per què no vas a la biblioteca i agafes alguns llibres antics i els llegeixes?

—Pare, a Internet és molt més ràpid.

—Sí, filla, però no és el mateix. També pots preguntar a la gent gran que et diran moltes més coses importants que no surten a Internet, com, per exemple, com era abans Santa Coloma, si sortien pel parc Europa i la Plaça de la Vila, com tu, o sortien a altres llocs.

—Però, pare, és molt més còmode i ràpid d’aquesta manera, i segur que el més essencial ho aconsegueixo.

—Potser sí, filla, però no és el mateix.

Un altre dia em pregunta:

—Què faràs avui, filla?

—Me’n vaig a xatejar una estona. Pare, xatejant pots conèixer molta gent, fer amics, compartir secrets. Ho entens?

—Em costa una mica entendre-ho. Jo penso que és millor conèixer la gent al carrer, sortir amb ella a la Plaça de la Vila, al Parc Europa, al pavelló antic i molts més llocs on pots contactar-hi, veure’ls, parlar amb ells, riure, no sé, és diferent.

—Però, pare, avui en dia es fa així. És la manera dels joves de fer amistat.

—Sí, filla, però no és el mateix. Una altra cosa que no entenc són els mòbils, no sé com pots estar tot el dia enganxada.

—Però el mòbil és imprescindible en els nostres dies.

—Doncs, jo no en tinc, ni falta que em fa.

—No siguis antic. Amb el mòbil parlo amb les meves amigues, els envio un missatge per quedar al Mas Fonollar. A més és el que es porta ara i, a més, funciona.

—Potser funciona, però no és el mateix.

A vegades penso que el meu pare no evoluciona de la mateixa manera que el món. Però, a vegades, quan veig com els meus pares es reuneixen amb els seus amics i els escolto parlar, riure i explicar històries sobre Santa Coloma, que jo desconec, sense mòbils ni ordinadors, penso que el meu pare deu tenir una mica de raó quan diu: “No és el mateix”.

Estefania Oliván (4t d’ESO)

La pàgina secreta d'Internet

Un día, estaba yo en el parque con mis amigos cuando, de repente, apareció un señor mayor que decían que estaba loco. Tenía unos papeles siempre en la mano. Empezó a hablarnos. Decía que había visto el futuro y todos nos reímos. Más tarde, el señor me cogió del brazo y dijo:

—No tengas miedo. Te doy estos papeles. No quiero saber nada de ellos. ¿Tienes ordenador con Internet?

—Sí, contesté.

—Tienen información de una página secreta que sólo puedes conocer tú o, si no, te caerá una maldición. Esta información se la puedes pasar cuando tengas 40 años a otra persona.

Aquel señor desapareció entre la multitud. Vi que en la hoja ponía: “Para ti, Javi”. Llegué a casa y encendí el ordenador. La página era www.tecnologia.futur

En la pantalla ponía: “Cuando quieras volver a tu época, tienes que decir: “Pasar”, y para ir tienes que pulsar la tecla 1”. De pronto me vi rodeado de máquinas y de coches voladores. También había robots que controlaban la raza humana y la tecnología que había creado el hombre había destruido el planeta Tierra. Yo, allí, no era real. No me podía pasar nada, era invisible.

Era el año 2800. Sólo podía quedarme allí dos horas. Vi que construían robots para que fueran a la guerra y casas robóticas. Me quedaba un minuto. “Pasar”. Me absorbió una corriente de aire y regresé a mi habitación. El futuro no era la cosa bonita que yo me había imaginado. Después de aquella aventura, destruí los papeles. Me cayó una maldición. Me transformé en un robot para toda la eternidad.

Javier García Guerrero (1º de ESO)

Hijos de las nuevas tecnologías

Por fin llegaba el gran día: íbamos a visitar a mis abuelos un fin de semana en pleno otoño. Al llegar, qué alegría, comenzamos a hablar y hablar. Las horas, los minutos iban pasando tan deprisa, que no me di cuenta. En un momento determinado, el abuelo me llevó a una vieja buhardilla llena de polvo y repleta de viejos manuscritos. Había un sinfín de biografías y hasta una máquina de escribir antigua.

Le pregunté al abuelo si tenía ordenador y si estaba conectado a Internet, cuál era su número de móvil, si tenía ADSL… Me respondió que continuaba siendo fiel a las viejas costumbres. Fue un día estupendo; conversando con los abuelos no eché de menos la play.

Al regresar, en el coche automático de papá, con un sinfín de artilugios tecnológicos, llamé por mi móvil a Britney.

Al llegar al parking, las puertas se abrieron automáticamente y no hizo falta cerrar con llaves.

Una vez en mi habitación, conectada a Internet, me acordé de mi abuelo y recordé que yo era hija de las nuevas tecnologías.

Ana Mª Balsera (1º de ESO)

Hace tiempo, en un país cercano llamado Francia, en una casa, vivía un niño llamado Josep con su familia. Todo comenzó cuando, en casa de Josep, llevaron un ordenador de última tecnología. Nadie de la familia sabía utilizarlo, pero, con el tiempo, fueron aprendiendo.

Cuando hacía dos años que tenían el ordenador, los padres de Josep decidieron ponerlo en su habitación, porque así podría escribir los trabajos en ordenador. Josep, cada vez estaba más enganchado al ordenador: faltaba a clase, no comía, no cenaba… Hasta que, un día, sus padres se dieron cuenta de lo que estaba pasando y decidieron llevarlo a un psicólogo para que le ayudara a desengancharse. Pero Josep, como ni siquiera se iba a dormir, tampoco iba al psicólogo. Para él, el ordenador era su vida.

Pasaron catorce años y, un día, Josep se quedó dormido encima del teclado. Sus padres se enorgullecieron mucho al saber que después de tantos años se hubiera quedado dormido un rato. Pero lo que ellos no sabían era que ese sueño iba a ser para toda la eternidad.

Sara Barrero Sojo (1º de ESO)

[Aquests escrits van estar publicats a la revista Sota el cel del Puig, núm. 19, maig de 2004.]