Ratolins al supermercat i altres assaigs
Reflexions
Ratolins al supermercat
Cada vegada més, els supermercats i les grans superfícies reben més clients. De fet, hi ha estadístiques que mostren que més del 50% de tot el que consumim es compra en els hipermercats. La comoditat que comporta el fet que tots els productes es puguin adquiri en un mateix lloc té a com a conseqüència que ens puguin manipular.
Mai s'ha preguntat el lector quina és la raó per la qual els productes bàsics com la llet, el sucre, la farina, l'oli o d'altres de molt consumits —com la Coca-Cola o l'aigua mineral— es trobin al final del supermecat? La resposta és senzilla: per anar a buscar el producte, hem de recórrer els metres que els separen de l'entada. Així, en aquest trajecte, ens poden influenciar mijtançant ofertes o, el que més greu, efectes visuals que ens cridin l'atenció. Un exemple és el cas de la fruita, verdura, carn i peix. Les taronges, per exemple, porten cera que les fa més brillants i, en el cas de tots els frescos, la llum que els il·lumina és especial amb la finalitat de donar una sensació agradable a la vista.
Un altra cosa important en la qual, segurament, el lector no s'haurà fixat: normalment, les marques blanques o les marques que menys es venen es troben a l'altura dels ulls amb la finalitat que les puguem veure bé. En canvi, els productes que més es consumeixen es troben a l'alçada dels peus.
Com a conclusió, s'ha de dir que un supermecat és, en realitat, un munt de trampes amb trossets de formatge. Som, doncs, molts ratolins que corren i ensopeguen entre ells.
Tópicos
En primer lugar, y en términos filosóficos, un tópico es una falacia de generalización precipitada, por consiguiente, es un argumento no válido en el cual no nos podemos basar para construir ningún tipo de conocimiento fiable, y deberíamos poner en duda cualquier proposición basada en argumentos de este tipo.
Debido a la inmensa necesidad de cualificar e identificar los elementos, los fenómenos e incluso a las personas que nos rodean, el ser humano construye definiciones poco documentadas e imprecisas de lo que percibimos del exterior, el mundo real.
Si somos objetivos, veremos los tópicos como un canal de información para las masas, un canal manipulador, con tendencia al dogmatismo y mediante el cual podremos conocer rasgos personales de los habitantes de nuestras naciones vecinas, hábitos de ciertos grupos sociales... en fin, todo tipo de información con la que podríamos rellenar varios volúmenes de una enciclopedia.
Al conocer un tópico, podemos ofuscarnos creyendo en él o bien someterlo a revisión racional y descartarlo como conocimiento válido. Pero aunque intentamos dominar nuestra mente con la luz y la razón, no dejaremos atrás nuestra mente primitiva e irracional, y continuaremos en parte con nuestros prejuicios, que impedirán la armonía de las sociedades. Los tópicos son nuestros ídolos de la caverna, lo que nos aleja de la preciada y, a veces, cegadora realidad.
Creencias
Mucha gente mira los horóscopos en los periódicos y revistas para saber qué les deparará el destino. Algunas personas acuden a tiendas especializadas en artículos de magia para adquirir objetos que les den buena energía para su hogar y atraiga la buena suerte a su familia. Y son muchos los que acuden a echadores de carta del tarot para averiguar su vida futura. ¿Por qué este afán por averiguar el futuro?
Igual que mucha gente cree en Dios, otras creen en energías, en la magia o en el destino. Incluso la persona más incrédula del mundo puede mirar el horóscopo en las revistas si lo ve por casualidad. ¿Es simple curiosidad? Lo que es seguro es que desde el principio de los tiempos el ser humano ha buscado en todo momento elementos místicos para explicar los fenómenos que veía. Les fue necesario a los homínidos prehistóricos creer en algún tipo de seres místicos que los vigilaban, velaban por ellos e incluso los controlaban para sentirse seguros en su entorno. Las creencias religiosas que existen en todo el mundo hoy en día surgieron de esos homínidos asustadizos e ingenuos no acostumbrados a las adversidades que los acechaban.
¿Es algo innato, entonces, tener curiosidad sobre lo inexplicable y lo místico? No tiene por que estar inscrito en nuestro código genético. Lo más seguro y aceptable es que, aún ahora, en pleno siglo XXI, todavía tengamos miedo a aquellas cosas, ya sean casualidades, desgracias, castigos divinos... o, como quiera que se las llame, en todo caso, fenómenos que escapan a nuestra comprensión racional y para los cuales no encontramos explicaciones. Para tranquilizar nuestra conciencia inventamos, creemos y nos autoengañamos con explicaciones místicas, adaptables a cualquier situación, que respondan a a aquello que se escapa de nuestro control racional. Las creencias supersticiosas, entonces, son simplemente respuestas de nuestra mente para tranquilizar nuestra conciencia y explicar racionalmente nuestros miedos más inconscientes. Y así han sido utilizadas desde la antigüedad hasta nuestros días.
Supersticiones
¿Quién no ha aligerado nunca el paso al tener que pasar por debajo de una escalera en plena calle o, sencillamente, no se ha cambiado de acera para evitar hacerlo? O ¿quién no ha pensado nunca cuando se le cruzaba un gato negro que le traería mala suerte o que le sucedería algo desagradable ese día? Supongo que serán muy pocas las personas que jamas se han visto en situaciones semejantes, y es que las supersticiones están muy presentes en nuestra vida.
Muchos son los que rigen su destino a partir de este tipo de hechos y llegan, sin ser conscientes, a modificar su comportamiento después del suceso, e incluso realizan actos contra el supuesto mal, como tocar madera de decir alguna cosa que no se quiere que ocurra o llevar siempre consigo un amuleto para protegerse de estas malas situaciones. Estas personas son las que consideramos supersticiosas, por dar tanta importancia a estas casualidades. También está ese grupo de gente, en el que me incluyo, que no se consideran supersticiosas pero que sí demuestran tener cierto respeto ante tales sucesos, es decir, que quizás un día se vistan totalmente de amarillo o apuestan por un número de lotería acabado en trece y no por ello se sienten portadores de la mala suerte, pero, eso sí, aunque no hayan caído en las supersticiones a la hora de hora de vestirse o apostar en la lotería, si ese día les ocurriera una terrible desgracia sin explicación aparente podrían llegar a buscar, aunque sea por un instante, esa explicación en los hechos anteriores.
Y, por último, están todas las personas a las que no les afectan estas situaciones ni creen en los efectos que puedan tener.
Considero que la gente siempre ha tenido muy presente el destino y la posibilidad de cambiarlo por causas ajenas a la propia voluntad. Nosotros, los humanos, somos seres racionales, pero a la vez somos lo suficientemente débiles psicológicamente como para no necesitar creer en algo extraordinario fuera de lo normal.
Gisela Ruiz Vega (2º bachillerato)
Toros: art o maltracte?
Cada any es maten 204 toros per plaça a Espanya. Aquest fet és degut a les corrides de toros, les quals molta gent considera un art. A les corrides, un torero toreja l'animal i després li clava unes banderilles que fan que l'animal es dessagni i acabi morint. Aquest terrible espectacle es repeteix cada diumenge a cada plaça durant la temporada de toros (de març fins a l'octubre) i es maten de 4 a 6 exemplars. Però això no és tot. També s'organitzen festes en les quals es maltracta aquest animal de diverses maneres.
El toro de foc: a la bèstia se li lliguen dues boles a les banyes i les hi posen foc.
El toro emmaromao: es lliga el toro i els aficionats empenyen les cordes en costats contraris.
Les festes de San Juan de Coria: la gent tira dards a l'animal i el passegen pel poble abans de sacrificar-lo.
Totes aquestes festes inhumanes estan defensades pels aficionats que asseguren que l'animal no pateix i que són tradicions molt antigues.
De manera que maltractar els toros i matar-los per diversió, està ben vist per una gran part de la població, que els defensa amb arguments poc raonables. En canvi, quant els reporters van a gravar aquests terribles espectacles, aquests defensors dels maltractes animals no els deixen fer-ho. ¡Quina contradicció! Es mostren orgullosos de les seves tradicions, però no volem exhibir-les.
Considero que es podria trobar una alternativa que satisfaci a tothom, i de fet s'han proposat algunes sense gaire èxit. I jo em pregunto: no es podrien torejar els toros sense clavar-los espases ni banderilles per tal d'evitar el sofriment de les bèsties? Som al segle XXI, no creieu que aquest tipus d'exhibicions s'hauria de prohibir?
[Aquests articles van estar publicats al núm. 31 de la revista Sota el cel del Puig, maig de 2009.]