El País contra el salario mínimo

per Salvador López Arnal darrera modificació 2020-03-25T15:25:22+01:00


 

Salvador López Arnal

 

La forja de la coalición” es el titular de uno de los editoriales del pasado sábado 23 de noviembre [1]. “La negociación con el SPD pone a Merkel ante disyuntivas que afectan también a la UE” es la entradilla.

La conjetura que pretende argumentar esta nota: el global-imperial no es sólo un peligro de destrucción y desinformación tóxica y masiva en asuntos relacionados con Cuba, Venezuela, Ecuador y temáticas afines relacionadas con la resistencia de los pueblos del mundo sino que apuesta además, y cada día con más claridad, por el capitalismo más inhumano, más astrero y más explotador.

La fundamentación de la hipótesis apuntada:

Tras un mes de negociaciones, señala el editorial (¿quién o quiénes serán en estos momentos los autores de estos “sesudos textos”?) la canciller alemana “está decidida a sellar, la próxima semana, la gran coalición de Gobierno con el Partido Socialdemócrata (SPD)”. Para apuntalar el gobierno, prosiguen, Frau Merkel ha aceptado la principal exigencia de “sus rivales” (¿rivales es la palabra?): el establecimiento de un salario mínimo interprofesional del que, como es sabido, Deutschland über alles carece.

Tras la información, el global-imperial-sionista entra en materia y calza sus botas guerreras capitalistas: este paso hacia un pacto, que garantiza la estabilidad política en Alemania, es una buena noticia pero, paradójicamente (¿paradójicamente?), enfrenta a Angela Merkel a inevitables contradicciones. ¿Contradicciones, inevitables?

La canciller, se señala, receta austeridad, recortes y flexibilización del mercado laboral (otro insulto más del lenguaje neoliberal dedicado a la clase obrera) a las economías del sur de Europa mientras “relaja la presión en casa (ha propuesto también subir algunas pensiones)”. ¿Se trataría, por tanto, de reconsiderar la primera “receta” para hacerla consistente con la opción casera y superar así esa “contradicción inevitable”? No, nada de eso. No nos confundamos.

Al tiempo que consagra la mejora de la competitividad como una de sus prioridades, apunta el editorial, desde sus propias filas (sin concretar tendencias, nombres o ubicaciones de poder) se le advierte a Merkel “de que está negociando una “agenda anticompetitiva””. ¿Anticompetitiva? ¡Vaya Dios, qué novedad! ¡De nuevo el mantra del dogmatismo neoliberal! La guinda del razonamiento: fue justamente liberándose -¡liberándose!- de los corsés regulatorios, es decir, de condiciones más justas de trabajo que nunca apuntaron a ninguna Icaria obrera, de derechos laborales básicos en definitiva, y eso “durante el mandato del socialdemócrata Gerhard Schröder”, es decir, durante aquel gobierno de coalición con Die Grünen que expulsó en apenas 19 días y 50 noches a Oskar Lafontaine del Ministerio de Economía por presión directa del Deutsche Bank y sus aliados y acólitos, fue entonces, proclama el editorial paisano, “como Alemania redujo el paro, impulsó el crecimiento y pasó de ser el enfermo de Europa a su locomotora.” De cómo redujo el paro, de qué tipo de crecimiento se impulsó (y se sigue impulsando) y de cuáles han sido las consecuencias de que Deustchland über alles haya sido y siga siguiendo la locomotora desbocada del capitalismo inhumano, antiobrero y neoliberal europeo ni una sola palabra, ni una sola. ¡La utopía humanista es la actual Europa neoliberal del euro, del BCE, de los intereses de la deuda y del hachazo a las conquistas sociales!

La patronal asegura que un salario mínimo de 8,50 euros la hora, como pide el SPD, prosiguen “los del País” que diría Francisco Fernández Buey, “supondrá la pérdida de 500.000 puestos de trabajo, según algunos cálculos”. ¿Algunos cálculos? ¿Qué cálculos, quiénes los han realizado? ¿La patronal alemana es la encarnación de la palabra indiscutible? ¿Una pérdida inevitable? ¿No son posibles otros escenarios consistentes social y económicamente? ¿Las amenazas patronales aceptadas y convertidas por El País en sesudos e indiscutibles cálculos económicos? ¿El País y la patronal alemana preocupados por la pérdida de puestos de trabajos? ¿Y no es necesario hablar también de trabajo digno y de trabajadores pobres o empobrecidos?

Los afectados, prosigue el editorial con ese populismo de derecha extrema al que nos quieren acostumbrar, “serían básicamente empleados a tiempo parcial, en general jóvenes y poco cualificados que no alcanzan ese umbral (el 17% de la fuerza laboral)” [2]. ¡El ataque o amenaza patronal presentado como resultado inexorable, como un efecto insuperable de la ley de la gravitación universal de la economía!

Merkel no ha ocultado, con tono de resignación, que le resulta un trago amargo, apuntan. El sueldo mínimo no le parece adecuado a Frau Merkel, la dura lucha por la existencia es la lucha dura por la existencia, y hará lo posible para paliar sus posibles efectos colaterales. ¿Cómo, con qué medidas? Pero ha apelado al mandato de las urnas, señalan los del País, que “en septiembre la dejó a las puertas de la mayoría absoluta y abocada al pacto”. Tampoco, sesudo nuevo giro del global-imperial, “hay que descartar que la canciller busque tranquilizar a Bruselas, Washington y el FMI, que presionan a Alemania por su superávit comercial”. Por lo pronto, señalan, la anquilosada Francia, es decir, la Francia no completamente rendida a los caballos desbridados del neoliberalismo, “ha reaccionado con alborozo al anuncio, si bien algunos expertos dudan de que el salario mínimo vaya a tener un gran efecto dinamizador del consumo”. ¿Consumo, efecto dinamizador? Nada que tenga que ver con derechos y dignidad de los trabajadores. Su perspectiva está ubicado en otros mundos y en otras clases.

La sentencia final se apunta en el tono en que nos tienen acostumbrados: “Los complejos tiempos que vive Alemania en la forja de la gran coalición exigen un ejercicio de responsabilidad que permita a los dos grandes partidos alemanes fijar una agenda coherente” que sin duda, rematan, no será solo una agenda para Alemania”. ¿Es eso entonces? ¿El ejemplo que puede dar Alemania con un salario mínimo para otras economías de la eurozona? ¿Es ese el peligro percibido y criticado por el global-imperial? Por lo demás, ¿qué entenderán por ejercicio de responsabilidad, por agenda coherente?

En síntesis: la apuesta por el capitalismo más rastrero, antiobrero y neoliberal. Marca de la casa del global-imperial, a la derecha -¡y es decir!- del SPD, a la derecha incluso del probable gobierno de coalición alemán.

 

PS: Por cierto, ¿a cuánto debe cobrar su hora de trabajo el acomodado editorialista de El País? ¿Diez, quince veces más que los 8,5 euros de los que estamos hablando? Oro o plata para mí, bazofia para los demás. ¿Es esa la cosmovisión que rige en el escrito? ¿Es esa la lucha por la existencia y el núcleo duro de la competitividad sin límites?

 

Notas:

[1] http://elpais.com/elpais/2013/11/22/opinion/1385152556_211066.html

[2] Obsérvese: ¡el 17% de los trabajadores alemanes, la fuerza laboral en el lenguaje del global-imperial-antiobrero, no alcanzan el umbral de los 8,5 euros por hora!

 

Salvador López Arnal es miembro del Front Cívic Somos Mayoría y del CEMS (Centre d’Estudis sobre els Movimients Socials de la Universitat Pompeu Fabra, director Jordi Mir Garcia)

 

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