El rayo (radiactivo) que no cesa
Salvador López Arnal
Tres mil quinientos trabajadores siguen luchando, en condiciones casi imposibles (y que algún día conoceremos con detalle… y acaso con horror), por desmantelar la central de Fukushima. No es fácil, es una tarea casi sobrehumana.
TEPCO, el operador de la central atómica de Fukushima (que, recuérdese, sufrió una triple fusión nuclear y explosiones de hidrógeno tras el terremoto y posterior tsunami de marzo de 2011), ha informado recientemente que a finales de septiembre se ha producido “una fuga de 4 toneladas de agua de lluvia contaminada con niveles bajos de radiación” [1] (nunca hay niveles “bajos-inocuos” de radiación) Sucedió durante el traslado de agua entre zonas con tanques de almacenamiento. El agua contaminada se filtró al subsuelo proveniente de uno de los tanques contenedores.
(Como se recuerda, la corporación nuclear nipona está intentando contener el agua contaminada en Fukushima después de comprobar que “300 toneladas de agua radiactiva se habían filtrado desde un tanque en la central”).
La historia de lo sucedido:
Las fuertes lluvias durante un tifón reciente inundaron una de las zonas de tanques en los que se almacena el agua sobrante que se arroja sobre los rectores dañados para enfriarlos. El agua desbordada desde el tanque contenía sustancias radiactivas de unos 160 becquereles, “cinco veces más que lo que permite el Gobierno verter al mar” [2]. Responsables de Tepco decidieron transferir el agua.
Durante el traslado un trabajador observó la fuga que, se calcula, fue de 4 toneladas, agua radiactiva que fue absorbida por el terreno.
El agua se desbordó, según parece, “desde uno de los contenedores después de que dos empleados de la central lo utilizaran de manera equivocada para transferir el agua de lluvia acumulada”. Es imposible no errar nunca.
Para poder tratar la ingente cantidad de agua acumulada en la planta, TEPCO ha reactivado un nuevo sistema para eliminar gran parte de los materiales radiactivos. Se espera (¿vana esperanza?) “que el correcto funcionamiento de este nuevo sistema contribuya de manera crucial a solucionar el grave problema, al ser capaz de procesar y limpiar el líquido a un ritmo superior al del incremento de agua estancada” [3].
La situación puede empeorar… Por supuesto.
Son probables más fuertes lluvias en los próximos días a medida que se acerca otra tormenta por el sur. Según el Centro de Advertencia de Tifones de la Armada de EEUU, se espera que “la depresión tropical Sepat gane fuerza durante la noche y llegue a las cercanías de Fukushima a las 12:00 GMT” de este miércoles 2 de octubre.
Tepco ha bombeado, diariamente, cientos de toneladas de agua sobre los reactores de Fukushima para enfriarlos. El agua, radiactiva por supuesto, se almacena en tanques por encima de la superficie. En agosto, la corporación tuvo que admitir que al menos uno de esos tanques construidos rápidamente, con muchas urgencias y escasa seguridad, presentaba fugas. También se encontró “altos niveles de radiación justo por encima del terreno” cercano a otros tanques. Ello sugiere que hay o puede haber “profundos problemas estructurales con los mismos.”
Además de todo ello, Tepco admitió también que recientemente “una de las tres unidades que inyecta nitrógeno [4] a los reactores dañados tuvo que ser cerrada” (fue reiniciada posteriormente). Un error, una manipulación equivocada de un trabajador. De nuevo un lema no publicitario que no parece admitirse: errar es humano, no existen tecnologías perfectas.
Así, pues, el mortífero rayo radiactivo que no cesa, que no dejará de cesar durante años y años. ¿Energía-industria barata, eficiente, segura, pacífica, imprescindible, sin vuelta atrás, la apuesta del futuro sin apenas “externalidades”, incluso, en algún momento según algunas voces, una energía “alternativa”?
Notas:
[1] http://es.reuters.com/article/idESMAE99001Z20131001
[2] Con un índice de radiación mucho menor, eso sí, que el registrado en las fugas del pasado verano de 2012.
[3] Los sistemas de reciclaje se usan para tratar las toneladas de agua radiactiva acumuladas en los sótanos de los reactores (que se incrementan a diario por la filtración de agua subterránea) que se reutiliza para mantener las unidades en parada fría.
[4] La empresa inyecta nitrógeno en los reactores con el objetivo de evitar explosiones similares a las que tuvieron lugar en los primeros días tras la hecatombe.
Salvador López Arnal es miembro del Front Cívic Somos Mayoría y del CEMS (Centre d’Estudis sobre els Movimients Socials de la Universitat Pompeu Fabra, director Jordi Mir Garcia)
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