Páginas de un diario
Páginas de un diario
15 de septiembre de 1997.
Querido diario:
Me llamo Laura, tengo 13 años. La verdad es que no tengo muchas ganas de escribir en un diario, pero para mí éste es un diario especial, pues me lo ha regalado mi mejor amiga.
Mi vida no es que sea muy interesante, pero te la voy a contar. Vivo en Santa Coloma de Gramenet, voy a un instituto de secundària. Ahora, cuando empiecen de nuevo las clases, iré a 2º de ESO, al grupo B. En 1º me fue bastante bien (bueno, en el segundo trimestre me quedaron las matemáticas, pero luego las recuperé y aprobé todo). La verdad es que en el instituto me lo paso bien, porque estoy con mis amigos, pero hay algunas clases que se te hacen eternas, como Matemáticas. Las odio. Bueno, tanto como odiarlas no, pero no me gusta esta asignatura, las clases se me hacen interminables, y Naturales tampoco me gusta mucho, me hago un lío. Espero que este año no tenga la misma profesora. Me gustaría tener otra más simpática y que las clases se me hicieran menos pesadas.
Bueno, la verdad es que me falta explicarte la parte más horrorosa de toda mi vida. Tengo una enfermedad, una enfermedad que no se puede curar. Hay gente que me desprecia por eso, pero a otra le da igual, no le importa, me quiere de todas maneras, y a esta gente yo la aprecio mucho.
17 de septiembre de 1997.
Querido diario:
Hoy, en el instituto, me he aburrido un montón. Las clases son un asco, pero mañana ya es sábado y casi seguro que voy a la disco. Me tiene que llamar mi amiga para quedar. Ojalá pueda ir y colarme, claro, si no, ¿qué voy a hacer yo sola en la puerta? Ayer fui al médico y no me dio muy buenas noticias. La verdad no me la dijo a mí, sino a mi padre, pero yo la escuché (sobre mi enfermedad). Pero prefiero no hablar de eso porque me pongo muy triste y me entran ganas de llorar. Pero ya sacado el tema, y como esto es mi diario, ¿por qué no decirlo? La verdad es que me quedan unas dos semanas de vida, es un poco triste, y por eso voy a aprovechar todo el tiempo de vida que me queda. Voy a pasármelo bien, voy a hacer locuras y todo lo que sea para vivir y disfrutar este tiempo. Lo último que pienso hacer es quedarme amargada en un hospital, prefiero morir pasándomelo bien antes que estar allí encerrada. Hay una cosa que he pensado estos últimos días, y es que este diario será para mi mejor amiga, la quiero un montón, y así, aunque yo esté en el cielo, habrá algo que nos una para siempre, y que ella tenga un buen recuerdo, pero eso sí, no quiero que este diario sea un recuerdo triste para ella, sino que le sirva para acordarse de los buenos momentos que pasamos juntas. Me gustaría que cuando yo me muera ella no llore, me gustaría que fuese fuerte, que lo haga por mí.
19 de septiembre de 1997.
Querido diario:
El sábado me lo pasé genial. Me dejaron entrar en la discoteca. Bueno, te lo explicaré todo desde el principio. Le dije a mi madre que si podía ir a dormir a casa de una amiga, y me dejó. Mi amiga le dijo lo mismo a su madre, y también la dejó. Me arreglé y eso, y a las 4.30 fui a buscar a mi amiga. Habíamos quedado con más gente en el metro, a las 5.00. Cuando por fin llegué a la discoteca, me dejaron pasar. Me quedé alucinada, entré y empecé a bailar. Me presentaron a un montón de gente; también me tomé algunas copas. Cuando eran las 3.00 de la madrugada, estaba que casi me caía, pero seguía bailando. Me acerco a la barra, pido un cubata y, de repente, se me acerca un chico. Era guapísimo, alto, moreno, pelo pincho, ojos verdes... Y me preguntó cómo me llamaba y todo eso. Empezamos a bailar y acabamos enrollándonos. Este lunes he quedado con él. No sé cómo decirlo, pero es tan majo que le expliqué lo de mi enfermedad y no le importó. Es un buen chaval. Bueno, la verdad es que estamos saliendo. ¡Tengo unas ganas de que sea lunes! A mi amiga le cae muy bien, dice que es guapo. Creo que esta noche no dormiré, aunque ¡tengo un sueño! Sólo he dormido tres horas.
20 de septiembre de 1997.
Querido diario:
Esta tarde me lo he pasado superbién. Él ha venido. Creo que cada día le quiero más, pero teniendo en cuenta que no me queda mucha vida, no sé qué hacer, porque no le quiero hacer daño. Además, sabiendo que pasar emociones fuertes, beber y todo eso, acorta la vida, creo que me queda menos tiempo, calculo que unos días, porque si antes me quedaban unas semanas, con todas las emociones que estoy pasando y voy a pasar, no sé si llegaré a una semana. Yo ya le he dicho a mi padre que no pienso ir al médico y, aún menos, quedarme en el hospital toda llena de tubos y de agujas. Mañana me voy con mi amiga de compras. Me encanta ir de compras, eso de mirar escaparates es genial. Y luego, a las 8, me viene a buscar el novio y estaré dos horas con él. Mola un montón, te ríes con él cantidad, y tiene una moto que mola un montón, y así me lleva a todos los sitios. Me estoy cansando de mi padre. Cada día es más pesado. Dice que no haga esfuerzos, que no haga ninguna tontería, que luego podría ser peor. La verdad es que no me importa nada, excepto mi novio y mi amiga.
21 de septiembre de 1997.
Querido diario:
Ayer me lo pasé muy bien, me compré dos pantalones, cuatro camisetas y una sudadera; luego estuve con mi novio en el parque. También empecé a fumar, bueno, empezamos mi amiga y yo. Tampoco es nada del otro mundo, pero bueno. El instituto es un asco, cada día voy más agobiada.
Creo que no voy a durar mucho más. Cada día me encuentro peor. Hacer ejercicio me es imposible. Correr, prácticamente no puedo; me cuesta ver de lejos. Mi novio y mi amiga cada día están más preocupados. No sé qué decirles, ellos me recomiendan que vaya al médico, pero yo les he dicho que paso, que no quiero estar en el hospital como si fuera un muerto viviente. Lo tengo muy claro, no pienso ir al médico, me da igual quien me lo diga, porque sé que si voy me ingresarán y que estaré ingresada hasta que me muera.
27 de septiembre de 1997.
Querido diario:
Ayer fuimos a la disco. Me lo pasé genial, pero ¡acabé más borracha!... No sé qué hacer, me siento sin fuerzas, no tengo ganas de hacer nada. Mañana, igual no voy al instituto. Como por la mañana no hay nadie en casa...
Esta tarde también me he quedado sola en casa. Me he puesto triste y he empezado a llorar. Luego he escrito una especie de testamento en el que decía que el diario es para mi amiga, los cedés para el novio, lo demás para mi familia. También he dejado un regalo y una carta para mi novio y otra para mi amiga. A mi amiga le dejo un collar. Es muy bonito, tiene una bolita transparente y la cadena es un hilo transparente. Y también un anillo de plata, que pone: “Friends forever”. Es como un sello. Y en la carta pone:
Hola:
¿Cómo lo llevas? Supongo que mal. A mí me gustaría que lo llevases bien, que me tuvieras como algo más que un recuerdo, y quiero que sepas que siempre estaré contigo. Aunque esté allí arriba, yo no te podré olvidar, porque hemos pasado muy buenos momentos juntas. A veces nos hemos cabreado, pero luego siempre hemos acabado bien. La verdad es que no podía estar cabreada contigo, porque te quería demasiado, para mí eres mi mejor amiga, y no me gustaría verte sufrir. Que sepas que te quiero un montón, quiero que no llores, que te cuides mucho y que no hagas tonterías. No es que quiera ser tu madre, pero ya nos entendemos, ¿verdad? Espero que me hagas caso, ¿vale? Cuídate.
Besitos de tu amiga. ¡Hasta siempre!
A mi novio le he regalado una pulsera de plata, que tiene grabada la frase: “No me olvides, yo no lo haré”, y por detrás pone “Laura”. La pulsera es muy bonita, bueno, a mí me gusta, y la carta pone:
Hola:
¿Cómo te va? Me gustaría que lo llevases bien, aunque te parezca difícil, hazlo por mí, no me gusta verte sufrir. ¿Te gusta la pulsera? Espero que sí, guárdala como un recuerdo, me gustaría que cuidases de mi amiga, hazlo por mí. Te echaré de menos. Yo te he querido un montón, aunque no nos conocíamos mucho, pero te consideraba algo especial, y yo creo que ya lo sabías, ¿no? Mira, lo único que te pido es que no sufras, que vivas la vida, que sigas adelante, que no te encierres y te comas el coco, ¿vale? Espero que esta carta la guardes como si fuera un tesoro. Sobre todo, no te rayes, y que sepas que te quiero mucho.
¡Hasta siempre!
Las cartas están guapas, ¿a que sí? A mí, al menos, me gustan...
Creo que no me encuentro muy bien, no me queda mucho tiempo. Ahora ya da igual, aunque prefería haberme despedido personalmente. Bueno, al menos ya lo tengo todo preparado, ejem, ejem, creo que esta tos no es muy buena, casi no puedo hablar, ahh, aahhgg...
Neus Aleixandre (2º ESO)
[Aquestes pàgines d'un diari van estar publicades a la revista Sota el cel del Puig, núm. 1, desembre de 2000.]